domingo, 6 de marzo de 2016

Sonangol, la petrolera estatal que dibuja el círculo de la élite político-empresarial en Angola

La concentración del poder alrededor del negocio del petróleo en Angola se debe, sobre todo, a la creación de la empresa Sonangol, que "tiene mucha autonomía para negociar préstamos y financiar inversiones, comprar armas o lo que el régimen desee pero quiera ocultar de la mirada pública"


La República de Angola es definida por su Constitución de 2010 como un Estado Democrático de Derecho, pero la realidad es que el Estado que desde hace 36 años gobierna Eduardo Dos Santos funciona más bien como una empresa.

El sistema económico de Angola combina fórmulas capitalistas con el intervencionismo estatal, y las élites estarían aprovechando esta imprecisión de su modelo para mantener sus privilegios.

Los ingresos del Gobierno angoleño no dependen de la recaudación de impuestos, la mayor parte de las ganancias llegan de la extracción de petróleo.

Según explica en uno de sus estudios el Asesor de Políticas en la Oficina de Coordinación de Operaciones de Desarrollo de la ONU, Alex Warren-Rodríguez, desde 1996, el Gobierno de Angola recibe por ley entre 0,7 y 2 dólares por barril de petróleo producido, y el 55% del importe que pagan multinacionales petroleras por las concesiones de explotación.

El país ha seguido un modelo basado en el extractivismo y no en la conversión de los recursos extraídos y eso le ha llevado a una fuerte dependencia del exterior.
Estudios de los investigadores Phillip Van Niekerk y Laura Peterson, del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, indican que el dinero que pagan multinacionales petroleras por la cesión de la explotación en Angola se mueve por círculos bancarios internacionales a través de cuentas en paraísos fiscales.

La élite político-empresarial que gira en torno a Sonangol
La élite dirigente en Angola está formada por “una constelación de políticos-rentistas, tecnócratas del sector petrolífero y oficiales militares que controlan el Estado a favor de sus propios intereses”, así define al Gobierno angoleño el investigador del Transnational Institute y reconocido especialista en el ámbito de la cooperación internacional David Sogge.

La concentración del poder alrededor del negocio del petróleo en Angola se debe, sobre todo, a la creación de la empresa Sonangol que nace cuando, tras la independencia, el Gobierno del MPLA (Movimiento Popular por la Liberación de Angola) liderado por Eduardo Dos Santos nacionaliza la Sociedad de Lubrificantes y Combustibles.

“Esta empresa rinde cuentas a los estratos más altos del poder, tiene mucha autonomía para negociar préstamos y financiar inversiones, comprar armas o lo que el régimen desee pero quiera ocultar de la mirada pública”, señala el estudio Angola, radiografía de un país petrolero, publicado en 2013.

Sonangol sirve al enriquecimiento y la permanencia en el poder de la élite política. Lo que se crea con Sonangol es un círculo formado por las élites políticas que constituyen la llamada “nomenklatura del petróleo”, que actúa a través de Sonangol y queda rodeada de lo que se ha llamado  ‘Futungo’, el círculo de empresarios amigos del presidente que completan la élite del país, saliendo también beneficiados de la extracción y venta de petróleo. Así la riqueza generada por este recurso queda repartida entre este círculo elitista.

Vía libre a la corrupción
Sonangol se convierte en la concesionaria exclusiva de los recursos petroleros, de manera que, según los autores del citado estudio de 2013, “puede dictar las condiciones de acceso a los recursos para las multinacionales, y con frecuencia se incluyen bonificaciones sociales obligatorias que se abonan a Sonangol con la supuesta finalidad de financiar actividades relacionadas con la responsabilidad social corporativa”.

Pero la corrupción juega aquí un papel importante: “Más de 4.000 millones de dólares provenientes de los ingresos petroleros de Angola desaparecieron entre 1997 y 2002, lo que equivale al gasto de todos los programas sociales que se desarrollaron allí en ese periodo”, explica el estudio denunciando que, a pesar del crecimiento económico que genera el petróleo y que se refleja en el PIB del país, el desarrollo humano en Angola es casi nulo y los indicadores sociales están muy por debajo de otros países con menos PIB


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