miércoles, 2 de octubre de 2013

El periodismo todavía existe Dña. Hermida

Ayer se publicó que una profesora de lengua gallega, de la Universidad de Santiago de Compostela, no quiere seguir impartiendo sus clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Ella misma anunció que pedirá a su departamento que se le asigne su puesto como docente en otra facultad. Según su parecer, es un modo de denuncia hacia “la información que hacen, o les obligan a hacer,” todos los periodistas a los que ha dado clase.



“Personas que sabes seguro que van a convertirse en seres morbosos, manipuladores, mentirosos, despreciativos, pagados de sí mismos e irreflexivos”, así habló la profesora de gallego Carme Hermida, haciendo una injusta generalización, de los alumnos de la facultad de Ciencias de la Información de la  USC. Dijo no tener fuerzas para la formación de estos alumnos.

Al leer esto, me ha venido a la mente algo que comentaba con un compañero de facultad hace unos días. Hablando de lo difícil que lo vamos a tener para hacer periodismo de verdad, de lo distinta que es la realidad en nuestra facultad comparada con la que hemos descubierto al estar haciendo prácticas en medios de comunicación este verano, el compañero me dijo: “es que nos han engañado, nos han metido en la cabeza que tenemos que luchar por una profesión que fuera no existe”. No nos han engañado, le decía yo, al contrario, el engaño sería que nos enseñaran que el periodismo consiste en la servidumbre que ejercen la mayoría de medios, pero nos muestran la realidad, aunque cruda, para que sepamos distinguir la verdad y aprendamos a enfrentarla.

Claro que yo también he tenido, y tengo, esa sensación que te hace pensar ‘esto es un engaño’,  porque es muy triste ver cómo muchos profesionales dejan de lado el periodismo, para atender a un sistema de mercado que los lleva a una realidad en la que el mejor oficio del mundo, como lo definió García Márquez, no existe. Pero, en esa conversación entre compañeros, estuvimos de acuerdo en que no podemos buscar culpables entre los docentes que intentan formar periodistas despiertos y comprometidos, porque sería injusto.

Me ha resultado cercana, y chocante, la decisión de esa profesora de echar la cruz encima a la profesión periodística y a todos los que, como nosotros, la estamos aprendiendo. Aunque sea desagradable asumirlo, no es ni la primera ni la última persona que afirma haber dejado de creer en la importancia de defender los valores del periodismo y a los profesionales que sí se esfuerzan por dar a los ciudadanos una información libre.

Según lo expone ella misma, es el tratamiento del caso de la niña que fue encontrada sin vida, Asunta Basterra, lo que ha llevado a Hermida a manifestar estas conclusiones.

Una decisión cobarde la de dar la espalda a quienes han elegido una profesión complicada de ejercer y, si de lo que se trata es de denunciar el sensacionalismo y la espectacularización de hechos dramáticos, una extraña forma de protesta la de abandonar la lucha por un periodismo más justo para todos, pues aquella comienza en la cultura profesional que se imparte en las universidades. Además de profesora en una facultad de periodismo, Carme Hermida es concejala  de Cultura, Patrimonio y Normalización Lingüística en el Ayuntamiento de Teo (La Coruña) y sin embargo sus palabras muestran una renuncia a creer que la defensa de la cultura, que no existe sin información y comunicación, es posible. 

No dudo de que hay estudiantes de periodismo que se sienten cómodos con la idea de que lo importante, por ser ‘lo que vende’, es siempre lo más morboso y que “el periodismo está para servir intereses ideológicos, empresariales”[1]. Pero, al igual que no todos los medios sirven intereses políticos ni esconden asuntos de interés público por ataduras con los mercados, tampoco los estudiantes de periodismo estamos predestinados a una mala conciencia o a quedarnos ciegos.






[1] Diezhandino, M., Aguado, G., Carrera, P., F.Beaumont, J., M.Bernal, O., & Muro, I. (2012). El periodista en la encrucijada. Barcelona: Ariel.



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