sábado, 4 de enero de 2014

Responsabilidades y riesgos compartidos por políticos y periodistas

La dinámica del sistema político y mediático fomenta una ciudadanía cada vez más pasiva

El voto es entendido como la principal herramienta del pueblo para hacer efectiva su soberanía, por eso durante las elecciones, y sobre todo en el periodo de precampaña, los medios dedican más espacio a la información política. Pero no podemos olvidar que el voto es una aprobación puntual que hace el ciudadano. En la medida en que los representantes políticos dejan de lado el compromiso asumido con sus votantes, para atender otros intereses, están incumpliendo su labor y estos se quedan sin garantías. El periodista debe intervenir, vigilar que el bien público y la igualdad de oportunidades estén por encima de los intereses particulares y comerciales.


“El 41% de los periodistas considera que la falta de credibilidad se debe a la ausencia de agenda propia”

Una de las razones por las que esa función ideal de los medios se ve deteriorada, es la dependencia de la agenda política. Según los resultados del II Barómetro easypress sobre la profesión periodística, realizado en julio de 2013, un 82% de los profesionales encuestados cree que su trabajo ha perdido credibilidad en la última década, y sólo un 1% es optimista respecto al futuro. Esta pérdida de credibilidad se debe, en gran parte, a que los medios generalistas dejan el control de su agenda en manos de la programación política. Así lo manifiestan las opiniones de algunos profesionales, recogidas en la obra colaborativa El periodista en la encrucijada; “el 41,7% de los periodistas considera que la falta de credibilidad se debe precisamente a la ausencia de agenda propia”.

Los medios son responsables de guiar y fomentar el debate sobre la situación política, dando cabida en sus contenidos a todas las propuestas, tanto de los grandes partidos como de los minoritarios. Pero en lugar de eso nos encontramos con un fomento del bipartidismo. Un ejemplo es el informativo de Antena 3 del pasado 17 denoviembre, donde se mostraban los resultados de una encuesta que mide la opinión de los ciudadanos acerca de qué partido, PP o PSOE, gestiona mejor aspectos como las becas, el empleo o la imagen de España. Lo llamativo de esta información no es que se opte por la valoración de los dos grandes partidos, sino la explicación de los resultados.

Mostrando este gráfico, se indicaba que “un 25% de los encuestados considera que el empleo va mejor con un gobierno del PP, frente al 16% que considera lo contrario”. Con esta afirmación, que define la preferencia por el Partido Socialista como “lo contrario”, se está ignorando al resto de partidos que también forman parte de la oposición. Además, no se menciona que más de la mitad de los encuestados no se posiciona frente a la cuestión.



En el asunto de las becas, explica el presentador, “la mayoría cree que esas ayudas serían más positivas con el PSOE en el gobierno”. Aquí se ignora claramente la opinión de quienes no se decantan por la gestión de una u otra agrupación política. Es falsa la afirmación, por parte del periodista, de que “la mayoría” vota por el PSOE; vemos que la mayoría, ese 43,7% opta por no posicionarse.

Así, se transmite la sensación de que ‘o votas PP o PSOE, o tu voto será inútil’. Encontramos en prensa otro ejemplo de fomento del bipartidismo. En febrero de 2010, El País publicaba los resultados de su Barómetro de clima social, midiendo la intención de voto de los dos partidos mayoritarios. Días después, el diario publicó un artículo de su defensora del lector, titulado “La invisibilidad de los partidos pequeños”. Este texto fue la respuesta a las quejas tanto de militantes de IU y UPyD como de los lectores, que consideraron que ese Barómetro de clima social ignoraba “la intención de voto de casi el 20% de la población”. Según se indica, uno de los lectores se quejaba de que “son los mayoritarios, pero muchos lectores nos identificamos con otras opciones, su ausencia es preocupante y empobrecedora, no está nuestra democracia tan boyante como para causar más desafección política”.

Sobre dicha desafección, que ha crecido en España en los últimos años, eldiario.es publicaba el pasado 4 de diciembre que, el grado de satisfacción de los españoles con su democracia se encuentra entre los más bajos de Europa; en la cuarta posición por la cola, después de Bulgaria, Eslovenia y Portugal. Como consecuencia, desciende la implicación de los ciudadanos en los asuntos públicos y la abstención de voto en periodos de elecciones es notable. El nivel de abstención en las pasadas elecciones nacionales fue de casi un 34% y en 2007 más del 36% de los españoles no fue a votar.
“Podríamos haber explicado que era imposible que se cumpliera el programa electoral de Rajoy”
 El director de la revista Interviú, Alberto Pozas, afirma que, “sobre todo en periodo electoral, los periodistas tenemos la obligación de hacer una lectura más crítica de todo lo que está sucediendo en el ámbito político”. Cree además que “si en las últimas elecciones hubiéramos adoptado el espíritu crítico necesario, quizá habríamos sido capaces de explicar a los votantes que era prácticamente imposible que se cumpliera el programa electoral de Rajoy”.

Dada la implicación de los medios en este panorama, nos preguntamos ¿son ellos los principales responsables de la desconfianza ciudadana en el sistema político? Pozas cree que no, que “el verdadero culpable es el político porque realmente en sus acciones los periodistas no influimos”. El secretario general de la Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias, Samuel Toledano, considera que tanto el sistema político como el mediático están fomentando una ciudadanía cada vez más pasiva. De un lado, está el hecho de que los medios dejan su agenda informativa al servicio de las instituciones políticas, cuando lo ideal sería, según Tolendano, que “con criterios periodísticos, elaboraran su propia agenda y se olvidaran de la programación de actos políticos, porque lo que están haciendo es un seguimiento de la propaganda”. Y por otro lado, los partidos políticos adoptan una dinámica de funcionamiento alejada de la ciudadanía; “existe una influencia externa que provoca que los partidos estén interesados en satisfacer las demandas de los sectores empresariales a los que están vinculados”.
‘¿Todos los políticos son iguales?’
Esta realidad empuja a los ciudadanos a creer que ‘todos los políticos son iguales’. Toledano, que ha trabajado como asesor en comunicación política en varios países de América Latina, cree que se trata de un tópico que la clase política “se ha ganado a pulso, pero no a nivel individual, porque hay muchos políticos que sí creen en que el ejercicio de lo que están haciendo es algo positivo, y lo hacen desde la perspectiva de mejorar la vida de los ciudadanos. Pero el sistema político está premiando a aquellos que de alguna forma se olvidan precisamente de esos intereses sociales”. Este especialista asegura que el problema está en el funcionamiento del sistema institucional, “que prima determinados tipos de comportamientos dentro de los partidos, con alianzas y luchas internas bastante lamentables”. Esto significa que los políticos se encuentran con unas reglas del juego que excluyen la función primordial de representatividad ciudadana. Sobre ese tópico que encasilla a todos los políticos por igual, Alberto Pozas afirma que es injusto, pero que también es cierto que “esa imagen estereotipada es una a la que todos los personajes políticos se acercan, la política tiene una parte de cinismo que no pueden obviar, pero los hay de todos los pelajes”.

Y lo mismo sucede en el caso de los medios. Aunque el periodista no es elegido por la sociedad, sabe que tiene la obligación de trabajar para que el ciudadano entienda lo que sucede y pueda participar activamente.  Pero los medios son empresas, donde por un lado están los redactores y por otro la dirección, que corre el riesgo de alejarse de los principios profesionales en la medida en que empieza a pensar en los beneficios. Toledano ha trabajado también como periodista político y defiende que, si los medios mantuvieran la línea de dar una información de calidad las cosas cambiarían, “pero han visto el camino fácil, que es estar de la mano de los sectores políticos y empresariales”.
Los medios “han visto el camino fácil, de la mano de sectores políticos y empresariales”
 Las instituciones políticas buscan condicionar el trabajo de los periodistas, porque persiguen que estos, creadores de opinión, atraigan a la audiencia hacia sus ideas. Lo vemos cuando se celebran ruedas de prensa sin preguntas, que se convierten en meros comunicados, o en el hecho de que no se permita a las televisiones hacer sus propias grabaciones en la cobertura de mítines y comparecencias públicas. Sobre este asunto, la citada obra El periodista en la encrucijada, recoge la opinión de la Directora General de Informativos de Antena 3, Gloria Lomana: “La imagen es la que la propia institución marca, señala, graba y por lo tanto difunde y divulga (…) No todo nos viene como un elemento fresco que nosotros podamos elaborar”.

El público “reclama que el trabajo de los periodistas se separe del de los políticos”
Al mismo tiempo, los medios pueden depender de los políticos al buscar, además de crear opinión, obtener licencias o privilegios y apoyos económicos. Y aun no siendo así, la relación entre periodistas y políticos, ¿puede hacer que el periodista olvide su posición? Alberto Pozas no duda de que, es una relación “siempre tormentosa, porque la finalidad del trabajo político es distinta,  pero es cierto que el periodista sucumbe a la necesidad de sentirse poderoso y eso es lo que el público nos echa en cara”.  El director de Interviú nombra también la falta de agenda propia como un obstáculo frecuente entre los medios y su audiencia. Considera que el público “reclama que el trabajo de los periodistas se separe del de los políticos, que no se dé esta dependencia, de estar esperando a ver qué nos dan los políticos para publicar”. En otras palabras, debemos “seguir la agenda del ciudadano”, afirma.

De este modo la realidad es que grandes medios pecan, si no de mentir directamente, de someter la información a determinadas condiciones. Aunque con distintas motivaciones, este comportamiento se acerca al de los personajes políticos defensores de su institución. En su caso, en algunas cuestiones, como las privatizaciones,  “no es que ellos estén mintiendo, sino que de verdad esperan una mejora a costa de la destrucción de los sistemas públicos”, explica Samuel Toledano.  En otros casos, asegura que, “los políticos mienten pero no lo hacen de forma directa porque saben que está muy mal visto”. Esta dinámica debe cambiar, de seguir así, ambas profesiones están sembrando la desconfianza de los ciudadanos.

2 comentarios:

  1. Excelente aportación. Una breve pero completa reflexión sobre un serio problema para la democracia. (y excelente ver el resultado positivo de una interesante conversación/entrevista)

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    1. Hola Samuel, ¡muchas gracias!. Me alegra mucho que le haya gustado. Me encantó nuestra conversación :) Saludos!!

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