lunes, 23 de diciembre de 2013

“Todos tenemos derecho a elegir y a nosotras nos lo están anulando”

Este reportaje se publicó en El Diario Fénixdigital activo hasta abril de 2017

Manifestación en apoyo al derecho
 a decidir de la mujer

Con la reforma de Gallardón, el aborto será un derecho y una decisión de la mujer únicamente en caso de violación o cuando exista riesgo grave sobre la vida. Y, aun así, se exigen ciertas condiciones que actúan como elementos de presión para la mujer.



La interrupción voluntaria del embarazo dejó de considerarse un delito en España en 1985. La Ley Orgánica 9/1985 permitía el aborto a lo largo de todo el periodo de gestación en caso de que la vida o la salud de la mujer se encontrara en peligro; el requisito era un informe médico que corroborase dicha situación y que el médico firmante no fuera el mismo que el responsable de hacer efectivo el aborto. Se limitaba el plazo hasta las primeras 22 semanas, siendo necesario también el informe de un segundo médico, en caso de que el feto mostrara graves minusvalías psíquicas o físicas. En el supuesto de violación, se establecía que la mujer podía abortar en las primeras 12 semanas y habiendo denunciado los hechos.

Tras 25 años con esta regulación, en 2010 entro en vigor la Ley 3/2010 de Salud Sexual e Interrupción Voluntaria del Embarazo, que permitía la libre decisión de la mujer afectada hasta la semana 14 de gestación, con el requisito de haber sido informada previamente sobre las ayudas públicas de apoyo a la maternidad. En caso de que existiera riesgo para la vida o la salud de la mujer, se permitía la interrupción del embarazo hasta la semana 22; siendo necesarios dos informes médicos emitidos por profesionales ajenos al que fuera a practicar el aborto. El mismo quedaba exento de plazo si se detectaban “anomalías fetales incompatibles con la vida o una enfermedad extremadamente grave e incurable confirmada por un comité clínico”.

En 2011, la reforma de esta Ley fue anunciada por el Partido Popular en su programa electoral y durante estos dos años trascurridos antes de su aprobación, el Gobierno ha tenido tiempo de escuchar el inconformismo de muchas mujeres al respecto. Pero finalmente el anteproyecto de reforma, planteada por el Ministerio de Justicia, fue aprobado este viernes, desoyendo la opinión de gran parte de la población y atendiendo el deseo de los sectores más conservadores. El pasado mes de abril, El País publicó que, según los resultados de un sondeo realizado por Metroscopia, el 46% de los encuestados se posicionó a favor de mantener la regulación de 2010. Gallardón ha apoyado la defensa de la reforma, además de en la inclusión de la misma en el programa electoral que ganó las elecciones, en la aplicación de la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985, que establece que el no nacido también tiene derechos. Pero, ¿dónde deja a la mujer este argumento?

“Nadie podía ponerse en mi lugar”
Rosa, de 24 años, pasó por la experiencia de interrumpir su embarazo cuando tenía 21, en 2010. Cuando se enteró de su estado estaba ya  de 15 semanas y su madre le aconsejó ir directamente a una clínica privada, ya que por no haber ninguna razón de urgencia la sanidad pública no habría admitido la interrupción inmediata. Rosa, disgustada al recordar ese momento, nos cuenta que ella tenía claro que no quería ser madre porque acababa de empezar su carrera y su pareja estaba también estudiando, pero aún así asegura que fue una decisión difícil, “me agobié porque ya eran casi cuatro meses y vi la radiografía y de alguna manera me hacía sentir mal”. Su familia y su pareja la apoyaron pero ella está convencida de que visto desde fuera es muy distinto, “por eso la opinión de la gente no me importó, nadie podía ponerse en mi lugar”. Recordando su experiencia, Rosa nos revela que, aún teniendo muy clara su decisión, después de abortar no se sentía bien, lo recuerda como “una experiencia traumática, que ahora tengo claro que si me volviese a pasar no repetiría”. Desde su perspectiva, recomienda más precaución y para eso es importante que se enseñe más educación sexual en los colegios e institutos.

La reforma llevada a cabo por el Gobierno del PP es más estricta que las dos normativas anteriores, estableciendo que la mujer podrá decidir interrumpir su embarazo hasta la semana 22 en caso de que su vida corra peligro, con la condición de dos informes médicos, o hasta la semana 12 si ha sido víctima de una violación, habiendo denunciado previamente. Además, excluye el caso de malformación del feto como motivo legal para abortar, estableciendo que, en su caso, serán necesarios dos informes médicos que demuestren riesgo psíquico para la madre y peligro para la supervivencia del hijo, debido a “anomalías fetales incompatibles con la vida”.

Rosa, en total desacuerdo con estos cambios, se pregunta “si en mi caso esas hubieran sido las condiciones, ¿habría tenido que ser madre contra mi voluntad?” Ella asegura que en el tema del aborto no hay que pensar tanto en el feto como en la mujer que por él tendría que cambiar su vida. “Quizá suene egoísta pero la mujer es la principal afectada y también hay que tener en cuenta que, si ese hijo se tiene en contra de la voluntad de la madre, no podrá darle al niño o niña el cariño que toda criatura necesita, o incluso podría guardarle rencor por haber cambiado su vida a la fuerza”.

Un pacto contra la reforma
Frente a la presentación del nuevo proyecto de ley, más de 150 organizaciones de mujeres se movilizaron y elaboraron  un pacto para que las diputadas de todos los partidos con representación en el Parlamento votaran en contra de la reforma, defendiendo que “sin libertad para decidir no hay igualdad”. El pacto lo firmaron, hace unos días, las parlamentarias del PSOE, BNG, IU, Amaiur y Nafarroa-Bai, que votaron en contra de la reforma promovida por los populares.

El borrador de la nueva ley se titula: Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada. Me llama la atención que se hable de “mujer embarazada”, porque parece que el Gobierno actual ve una diferencia en que una mujer esté embarazada o no para que pueda decidir sobre su propia vida. Sin duda, ésta le cambiará al ser madre, pero ella sigue siendo la misma y, ante todo, una mujer, con derechos y libertades. Es innegable la afirmación de Rosa de que ‘nadie puede ponerse en su lugar’, pues cada mujer tiene su propio motivo para decidir no ser madre en un momento determinado o no tener hijos en toda su vida.

Casi la totalidad de los abortos en España se realizan en centro privados
Según datos de 2011, emitidos por el Ministerio de Sanidad, en ese año se registraron 118.359 intervenciones para interrumpir un embarazo, y más del 97% de las mismas se realizaron en centros privados. Al igual que Rosa y tantas mujeres en España, Ana, de 20 años, ha acudido también a una clínica privada para abortar, pero su experiencia es más reciente. Hace 10 días supo que se había quedado embarazada, estaba de 6 semanas y a la primera persona a quien se lo dijo fue a su novio. Confiesa que se lo ha contado a muy poca gente porque no quiere que la juzguen, “yo soy la dueña de mi cuerpo y de mis decisiones y estoy segura de que, de saberlo, la gente hablaría de mi situación sin conocerla”. Ana decidió hablar con una amiga que había pasado por la misma experiencia hace año y medio, “me aconsejó que fuera a una clínica privada porque, según ella, en la pública me darían la pastilla para abortar pero no me harían un seguimiento de la evolución”.

Y así lo hizo, aunque asegura que no fue nada fácil, que pasó una noche sin dormir, planteándose si era lo que de verdad quería, “en un principio habría preferido tenerlo, pero pensando en mi situación, estudiando una carrera y dependiendo de mis padres, no habría sido lo mejor para mi ni para el niño”. Ana, todavía muy afectada por el mal trago, coincide con Rosa en que no volvería a repetir la experiencia, a pesar de que a ella no le tuvieron que intervenir de la misma forma. Al estar menos avanzada la gestación, en su caso han provocado el aborto a base de píldoras, pero nos cuenta que aún así le hicieron daño, “solo de recordarlo me saltan las lágrimas, me hurgaron… y aún sigo sangrando”. Nos explica que ya ha acudido a una revisión y que en tres días tiene que volver para saber si tiene déficit de hierro o de alguna vitamina que pueda perjudicar su salud. El requisito que le han exigido es la firma de un informe psicológico, corroborando que han pasado cuatro días desde que conoció su estado hasta que acudió a la clínica.

Habiendo pasado por esto al tiempo que se levantaba la polémica sobre la reforma de ley del aborto, Ana reclama indignada que “todos tenemos derecho a elegir y a nosotras nos lo están anulando, este Gobierno está demostrando su tendencia machista”.

Los condicionantes, elementos de presión contra la voluntad femenina
Como mujer, y escuchando la opinión de mujeres que han conocido la experiencia del aborto, cabe decir que todos estos condicionantes no hacen más que ejercer presión añadida a la que ya siente cada una a la hora de decidir sobre su futuro. Porque en ningún caso resulta una decisión fácil, y ninguna debería verse en la obligación de acudir a una clínica privada, por sentir que por la vía pública no serán bienvenidas ni no cumplen esos requisitos.

Además de las presiones legales, que ahora se endurecen más que nunca, existen grupos contrarios al aborto que llevan a cabo manifestaciones agresivas en las que llaman “asesinas” a las mujeres. Basan sus razones en el derecho a la vida del no nacido, pero nada saben acerca de las vidas de cada una de las mujeres que se encuentran una situación complicada por quedarse embarazadas. Que se permitan estas presiones es un signo de negación de la independencia de la mujer. Porque si existe riesgo de atravesar una crisis psicológica tras el aborto, ellas lo saben mejor que nadie y con su decisión asumen todas las consecuencias. Nadie, ni el ministro de Justicia ni los grupos anti aborto radicales ni los médicos, debería cuestionar la capacidad de ninguna mujer para valorar su propia situación y seguir siendo dueña de la misma.

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