Los presidentes de Rusia, Siria e Irán, Vladimir Putin, Bashar al Assad y Hasán Rohaní |
En las conversaciones en Astana celebradas hace dos semanas, Rusia presentó un proyecto de Constitución para Siria que establece que la República Árabe Siria debería pasar a llamarse República
de Siria. La delegación rusa defiende que el Estado gobernado por Bashar al
Assad debe encaminarse a atraer a minorías étnicas como la kurda o la
turcomana.
El borrador presentado por Rusia habla de la República siria como de un Estado que debe ser democrático y soberano, basado en los principios de igualdad y unidad social.
Pero los deseos de Rusia
de imponer la soberanía nacional siria sobre las distintas confesiones se ven
frenados por el hecho de que la mayoría de la población es islámica y muy
influenciada por la rama suní salafista, que justifica religiosamente la insurgencia
violenta y se enfrenta en facciones que se crean y disuelven en las distintas
localidades constantemente.
La Siria anterior a la
guerra, según Middle East Briefing, tenía una mayoría del 74% de población árabe. En su artículo 3, la actual
Constitución siria dice que el presidente debe “formar parte de la fe musulmana” -Assad es alauita
(chií)- y añade que “la doctrina de la jurisprudencia islámica es una fuente
primaria de legislación”. El borrador constitucional que ha presentado
Rusia se salta este aspecto.
El presidente del comité
de Asuntos Exteriores del Parlamento ruso, Konstantin Kosachev, ha dicho que es
el derecho de los ciudadanos sirios establecer y aceptar su propia
Constitución, y que el objetivo de Rusia con el borrador es “acabar con el
estancamiento”. Por su parte, el jefe de la delegación rusa en Astana, Alexander Lavrentyev, habló en la misma línea en la capital de Kazajistán la semana del 23 de enero.
Pero los grupos que
representan la oposición armada en Siria se oponen a los términos de Rusia, y
ponen por delante que los sirios no pueden aceptar una Constitución moldeada
por un poder exterior. Yahya al Aridi, un portavoz de la delegación opositora, ha asegurado tras las reuniones en
Astana que políticamente no funcionaría. Aridi acusa además al Gobierno de
Assad de no cumplir el alto el fuego acordado el pasado 30 de diciembre, algo
de lo que también es acusada la parte rebelde, señalada por el Gobierno por los
ataques en Wadi Barada.
Un factor adicional que
restaría poder a la influencia de Rusia sobre el futuro de Siria es la
hostilidad de la población respecto a Rusia y su presidente, Vladimir Putin.
Según una encuesta de Pew Research Center publicada en agosto de 2015, Rusia es visto más desfavorablemente que
incluso Estados Unidos. No obstante la diferencia sería muy pequeña, y abría
que poner este dato en duda, pues expertos como el coronel Pedro Baños señalan
que hay que tener en cuenta que Rusia no es una potencia colonial, como las que
por haberlo sido son rechazadas por las comunidades musulmanas y especialmente
por los grupos yihadistas. Lo recuerda Baños en esta entrevista hace un año.
Cuando en 1970 el padre de
Bashar al Assad, Hafez al Assad, dio su propio golpe de Estado para alzarse en
el poder –tras haberlo alcanzado como ministro de Defensa cuatro años antes con
otro golpe militar liderado por Salah Jadid- se unió a Rusia en la Guerra Fría,
estableciendo lazos duraderos.
Hafez persiguió a los
fundadores árabes del partido Baath, que como el Arab Socialist Baath
Party alcanzó el poder en Siria en 1963. A Jadid, con quien perpetró el
primer golpe en 1966, lo encarceló en 1970. Pero el país siguió siendo la República
Árabe Siria.
Bashar sucedió a su padre
en el 2000, y desde 2012 la Constitución del país apela en su primer artículo a la identidad árabe del pueblo sirio
en un esfuerzo por reforzar su carácter unitario: “La República Árabe Siria es
un Estado democrático con plena soberanía, que no puede dividirse ni renunciar
a ninguno de sus territorios, y forma parte del mundo árabe”.
Acuerdos actuales con
Rusia e Irán
El Gobierno sirio ha
sucumbido al apoyo de Irán y Rusia para permanecer en el poder.
Este enero, Rusia firmó un
acuerdo militar con Siria por el que amplía su presencia en el país árabe
duplicando el espacio para sus buques en el puerto de Tartus. Según la agencia rusa TASS, con la
ampliación, Rusia podrá atracar hasta 11 buques de guerra.
Además, el acuerdo da
permiso a Rusia para utilizar la base aérea de Hmeimin, cercana a Latakia,
donde las fuerzas rusas ya están construyendo una segunda pista. Los acuerdos
permiten a Rusia desplegar sus fuerzas en Siria durante los próximos 49 años.
Irán por su parte ha
firmado importantes contratos económicos con Siria a cambio del apoyo que Assad
ha necesitado para recuperar el territorio sirio ocupado por las fuerzas
opositoras.
Además de una licencia
para operar servicios de telefonía móvil, Siria le dará a Irán 5.000 hectáreas
de tierra para la agricultura y la ganadería y 1.000 hectáreas para la
instalación de terminales de petróleo y gas, ha informado la agencia iraní
IRNA.
Los acuerdos recompensan y
dan más poder a la Guardia Revolucionaria iraní, que controla el imperio
industrial del país que acoge a las principales compañías energéticas, de
infraestructuras y comunicaciones. Según Reuters, más de 1.000 soldados de
la Guardia Revolucionaria islámica de Irán han muerto en Siria en la lucha de
los últimos años contra los rebeldes.
Además, Siria está en deuda con Irán por el apoyo económico que le ha dado y que podría seguir prestando para que Siria pueda salir a flote tras seis años de conflicto. El obstáculo una vez más está en los grupos opositores, que critican los acuerdos económicos acusando a las milicias chiíes de Irán de “saquear” a la población siria.
Además, Siria está en deuda con Irán por el apoyo económico que le ha dado y que podría seguir prestando para que Siria pueda salir a flote tras seis años de conflicto. El obstáculo una vez más está en los grupos opositores, que critican los acuerdos económicos acusando a las milicias chiíes de Irán de “saquear” a la población siria.
La oposición siria en Astana
Por su parte, el
representante de la delegación opositora Mohamed Alloush dijo el pasado enero a la agencia turca Anadolu que los principales objetivos de los opositores son
asegurar el alto el fuego, la liberación de los encarcelados por el régimen de
Assad y el cese de los asedios que llevan a cabo las fuerzas gubernamentales en
zonas controladas por la oposición.
“Si el objetivo de ir a
Astana es asegurar el alto el fuego, negociar la liberación de presos y
levantar el asedio en las zonas bloqueadas por el régimen, entonces
conseguiremos un importante avance que podría conducir a una solución política
viable”, dijo Alloush antes de las primeras conclusiones tras el
inicio de las negociaciones en Astana.
Alloush es miembro del
grupo armado Jaysh al-Islam, que desde su creación en 2013 y al menos hasta diciembre de 2015 ha estado
vinculado a al Qaeda en Siria. Jaysh al Islam y el Frente al Nusra (como se llamaba entonces la rama siria de
AQ) se distanciaron cuando el primero firmó en Riad una declaración con otros
grupos opositores en la que declaraban su voluntad de negociar la paz con el
régimen de Assad.
Tras una nueva reunión
en Astana este lunes, Rusia, Turquía e Irán han exigido a la parte opositora
que se separe de la rama siria de al Qaeda. Este es quizá el punto más delicado
de las negociaciones, pues muchos grupos opositores guardan estrechos vínculos
con la organización yihadista que les ha dado alas.
Alloush ha dicho en sus más recientes declaraciones a la agencia turca que si en los debates en Astana no se cede ante sus
peticiones, la delegación opositora no participará en la reunión prevista para
el próximo día 20 en Ginebra. Ha sido firme asegurando que si alguna de las
tres condiciones mencionadas (alto el fuego, liberación de presos y fin de los
asedios) se incumple, no continuarán con las conversaciones.
Distintos análisis
subrayan que en el éxito o fracaso de las negociaciones, la decisión última
corresponderá a los sirios, de modo que la transición hacia la
estabilidad pasaría por que la oposición sea escuchada y los negociadores
cedan algunas peticiones.
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