Amnistía Internacional |
Amnistía Internacional
denuncia en su último informe que multinacionales como Apple, Samsung o
Vodafone no hacen las "comprobaciones básicas" sobre el origen del
cobalto que utilizan. Los investigadores
describen el camino que sigue el mineral, desde su extracción en el Congo hasta
llegar a las grandes compañías en forma de componentes para sus baterías. Descubren que en las minas
de Kolwezi, donde trabajan también niños, se ocultan cadáveres de mineros para
tapar los numerosos accidentes que sufren allí.
En el informe
‘Esto es por lo que morimos’ (This is what we die for), Amnistía Internacional denuncia que
compañías como Apple, Huawei, LG, Samsung o Sony compran cobalto para la
fabricación de sus productos sin cuestionarse que el material pueda estar siendo extraído por
niños explotados.
En la República
Democrática del Congo (RDC), donde se produce la mitad del cobalto de todo el
mundo, tanto adultos como niños trabajan “explotados” en minas y en
“condiciones peligrosas” para extraer el material, asegura Amnistía
Internacional en su informe.
El camino del cobalto, de
la mina a tu smartphone
La organización explica el
proceso que sigue el cobalto desde que es extraído hasta que llega a las
grandes compañías en forma de complementos para las baterías de teléfonos
móviles o coches eléctricos.
Los investigadores de
Amnistía Internacional siguieron vehículos de mineros y comerciantes que
transportaban cobalto desde las minas de la ciudad de Kolwezi hasta un mercado
en Musompo, donde eran vendidos los minerales. Allí, comerciantes
independientes, la mayoría chinos, compran el cobalto sin tener en cuenta
de dónde viene o cómo ha sido extraído, señalan.
Por su lado, estos
comerciantes venden el mineral a grandes compañías en RDC, donde es
procesado y exportado. Una de las mayores compañías en el centro de este
negocio es Congo Dongfang Mining.
Esta empresa es propiedad
de la China Huayou Cobalt, en Zhejiang, una de las mayores del mundo en la
fabricación de productos hechos con cobalto y que opera en la República del
Congo desde 2006. Congo Dongfang Mining compra el cobalto a los comerciantes
que a su vez lo compran directamente a los mineros. La empresa funde el mineral
en su planta en RDC antes de exportarlo a China.
Una vez en China, Huayou
Cobalt vende el cobalto procesado para la fabricación de baterías en China
y Corea del Sur. De esta forma, el material va a parar a compañías de marcas
muy conocidas.
En busca de la respuesta
de las multinacionales
Los investigadores
acudieron a las compañías que se incluían como clientes de los fabricantes de
componentes para baterías, para averiguar cómo el cobalto acaba en los
productos de los consumidores, es decir, cómo funciona esta cadena de
suministro internacional. Así como para preguntar sobre las políticas de cada
empresa.
Amnistía Internacional
escribió a Huayou Cobalt y a otras 24 compañías, repartidas en China, Alemania,
Japón, Corea del Sur, Taiwan, Reino Unido y Estados Unidos.
Estas compañías están
entre las mayores del mundo y son conocidas por sus productos
electrónicos: Apple, Dell, HP, Huawei, Lenovo (Motorola), LG, Microsoft
Corporation, Samsung, Sony y Vodafone. También se incluyen
en la lista de Amnistía Internacional fabricantes de vehículos como Daimler AG, Volkswagen y
la firma china BYD.
Estas multinacionales, con
las que los investigadores de Amnistía Internacional contactaron para obtener
respuestas, no dan datos sobre el origen del cobalto que contiene sus
productos, dicen desconocerlo o niegan que exista relación con la compañía
china Huayou Cobalt o que el material proceda del Congo.
Mineros sin derechos
En su investigación,
Amnistía Internacional habló también con 87 mineros del Congo, 17 de ellos
niños. Uno de los testimonios que
recoge el informe es el de un niño de 14 años que cuenta cómo su familia
adoptiva lo obligaba a trabajar en las minas, llegando a pasar bajo tierra
hasta 24 horas seguidas: "Llegaba por la mañana y me marchaba a la mañana
siguiente… Tenía que hacer mis necesidades allí abajo".
Ocultación de cadáveres
La organización denuncia además que cuando los mineros mueren bajo tierra, "los cadáveres se dejan enterrados bajo las rocas" lo que impide contabilizar con precisión cuántos mineros sufren accidentes mortales.Los investigadores calculan que al menos 80 personas murieron trabajando en las minas de Kolwezi entre septiembre de 2014 y diciembre de 2015.
La organización denuncia además que cuando los mineros mueren bajo tierra, "los cadáveres se dejan enterrados bajo las rocas" lo que impide contabilizar con precisión cuántos mineros sufren accidentes mortales.Los investigadores calculan que al menos 80 personas murieron trabajando en las minas de Kolwezi entre septiembre de 2014 y diciembre de 2015.
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