“Ver cómo el pánico
destruye a las personas impresiona más que ver caer tres misiles”
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Pedro Lázaro Gomara Fuente:https://twitter.com/plazaro67 |
Siempre ha tenido claro que se quería dedicar al periodismo, pero admite que, “como me imagino que teméis vosotros ahora, no tenía claro si haciendo periodismo podía llegar a ser reconocido profesionalmente”. Recordando sus primeros pasos, Pedro Lázaro revela que, aunque ahora la situación para los nuevos periodistas es difícil, “en ese momento, cuando yo me licencié en el 89, el periodismo se nos presentaba como una fábrica de parados”. Aún así, consiguió hacerse un hueco llegando a cubrir conflictos internacionales para Canal Sur TV. Ahora, con cuarenta y seis años, tiene a sus espaldas la cobertura de las guerras en el Líbano y Afganistán y el Premio Andalucía de Periodismo, por la cobertura de la guerra de Irak en 2003. Esta fue su primera experiencia en cobertura de conflictos.
Lázaro llevaba dos años
trabajando en Canal sur TV cuando, el 30 de enero de 2003, le dijeron que en
dos días tenía que viajar a Irak. Sin apenas tiempo para pensar en lo que
encontraría allí, “la única manera que tenía para prepararme era estudiar todo
lo relacionado con el país, leer mucho para informarme lo máximo posible”.
Pero, sobre todo, asegura que lo imprescindible, a la hora de viajar al
extranjero para informar desde allí, “es ir con los ojos muy abiertos para ser
una auténtica esponja. Creo que es más importante lo que aprendes en el sitio
que la idea preconcebida, no creas que es demasiado bueno ir con alguna idea
sobre lo que te vas a encontrar”.
El 2 de febrero llegó a
Bagdad. En un primer momento, la sensación que le invadió fue la incertidumbre;
“me encontré a gente que estaba en zonas de conflicto mucho tiempo, pero para
mí era la primera vez y no sabía cómo iba a reaccionar”. Aun así, revela que pronto
se sintió absorbido por su trabajo:
“Mi obsesión allí era la
hora de satélite para poder enviar la información, y eso hacía que no tuviera
tiempo para plantearme la situación o sentir miedo. Recuerdo una entrevista
días antes de que empezase la guerra. Estando en casa de unos iraquíes, para
ver cómo se preparaban, la señora me ofrecía té, pastelitos…y yo estaba
pendiente del reloj, pensando en si me daría tiempo a montar el video”.
“Te absorbe tu trabajo y
llega un momento que tienes cierta insensibilidad”
Recuerda el momento en el
que “empezó todo”, cuando la madrugada del 20 de marzo, después de cuarenta y
seis días en Bagdad, escuchó la alarma antiaérea que anunciaba los primeros
bombardeos:
“Los que estábamos en el
hotel Al Rasheed bajamos andando las escaleras hasta un búnker. Eran las 5 y
media o 6 de la mañana y nosotros teníamos un matinal a las 7, por eso creo que
nos volvemos insensibles. Allí no podíamos hacer nada y, aunque no nos permitían sacar los teléfonos satélites
del mismo ministerio de Información, todos los periodistas llevábamos uno por
si pasaba lo que estaba pasando en ese momento, así que salimos”.
Algo que le sorprendió
tanto a él como al resto de compañeros a la salida de hotel, fue ver a un
ciudadano limpiando un coche, impasible ante lo que para ellos era el caos: “¡un coche aparcado en
mitad de un bombardeo y el hombre quitándole con un plumero el polvo! Nos
sorprendía que lo que nosotros contábamos, para ellos no era una anormalidad
tan grande, era como una guerra más, una situación en la que, desgraciadamente,
llevan viviendo muchos años.”.
En el momento de estallar
la guerra, casi todos los periodistas habían abandonado el hotel Al Rasheed,
del que se anunció que se había convertido en objetivo militar. Lázaro nos
cuenta por qué allí se quedaron él, una pareja de periodistas italianos y tres
miembros del equipo técnico con el que trabajaba Canal Sur:
“El ministerio de
Información estaba en el mismo lado del río Tigris que el hotel Al Rasheed, y
el hotel Palestina y el Sheraton, donde al final nos mudamos toda la prensa,
estaban al otro lado. Decían que se iban a volar los puentes en el Tigris, pero
la gente que tenía la antena, que no podía separarse de ella, no quería irse a
un hotel que estaba al otro lado del río, desde donde quizás no podrían llegar
a la información. Se dice que la primera víctima de una guerra es la
información, la verdad que nadie quiere que se cuente, y descubrí que lo peor
que puedes hacer en una guerra es estar en un hotel donde sólo hay periodistas,
porque cada uno cuenta una cosa y se convierte en un foco de rumores”.
“La primera víctima de una
guerra es la verdad”
Trabajando en Irak, su
rutina estaba marcada por las pautas impuestas por el ministerio de
Información. Lázaro explica que allí los periodistas no tenían libertad para
visitar o grabar determinadas zonas:
“Todas las mañanas íbamos
al ministerio de Información, donde nos recibía un guía que nos acompañaba a
todos los sitios. Pero en una guerra no te puedes creer nada, te llevan a
sitios donde se monta un gran decorado para que todas las televisiones del
mundo grabemos eso. Nosotros íbamos al ministerio de Información, el guía se
subía al coche y le decíamos ‘¿qué podemos hacer hoy?’ –‘pues hoy si queréis
vamos a ver no sé qué’, y yo le decía –‘vale, pero de paso a ver si podemos
parar en un mercado’, por ejemplo”.
“Todo lo que nos querían mostrar
estaba prefabricado”
El contacto con los
civiles iraquíes era lo único que le permitía contrastar la información o, al
menos, obtener algo de lo que pudiera estar seguro. Lázaro cuenta que todo lo
que las fuentes oficiales estaban dispuestas a mostrar a los periodistas “estaba
prefabricado”. Recuerda una rueda de prensa en la que el ministro de
Información y el vicepresidente de Irak anunciaron que “los americanos no
habían entrado en Bagdad”, cuando se podían escuchar las bombas y los periodistas “habíamos visto a los marines
disparando a la guardia republicana en el otro lado del Tigris”. Lázaro está
convencido de que el mejor trabajo que podían hacer era contar cómo estaba
viviendo la guerra la gente de allí.
Relata que, dado que no
tenían acceso a información segura sobre movimientos militares, contar cómo
vivían las familias fue lo que les permitió hablar de la guerra con honestidad:
“El contar historias
humanas dio mucho más sentido a nuestro trabajo que si hubiéramos contado cosas
que no estábamos viendo. Tuvimos discusiones en los directos con las
televisiones, que nos decían ‘tú cuenta que los americanos están ya cruzando la
línea, han pasado de Basora y están a medio camino de Bagdad’. Pero no podía
contar eso, porque no podía seguro y la decisión de contar sólo lo que veíamos
hizo que la gente sintiese que contábamos la guerra con honestidad”.
“Acertamos al contar cómo
les afectaba la guerra a los civiles iraquíes”
En la búsqueda del factor
humano, Lázaro asegura haber visto claramente cómo “el pánico era un arma de
guerra más”:
“La inseguridad en las
calles benefició a los invasores. Caía una bomba cada cuatro segundos, eso es
algo que medimos y era increíble, realmente devastador. Incluso se pudo
comprobar que se bombardeaba hasta con bombas de ruido, para crear la situación
de pánico y paralizar a la gente. El pánico era un arma de guerra más, eso lo
vimos allí muy claramente. Se creó una situación de miedo que benefició a las
tropas que estaban llegando y que determinó cómo se recibieron en Bagdad”.
“Ver cómo el pánico llega
a destruir a las personas, impresiona más que ver caer tres misiles”
Pudo conocer de cerca ese
camino hacia la desesperación, provocado por el miedo, a través de la
experiencia de Ahmed, el guía del ministerio de Información que les acompañaba
cada día. Lázaro cuenta que llegó un momento en que Ahmed empezó a mostrarse
inestable y a forzar la relación con los periodistas, llegando a amenazarles
con una denuncia si no le pagaban miles de dólares:
“Era árabe, tenía dos
mujeres e iba siempre impecablemente vestido desde el primer día que llegamos.
Pero hubo un momento en el que la guerra le llegó a desquiciar. Dejó de ir a
ninguna de sus dos casas, creo que por la propia frustración de no poder garantizar
la seguridad a ninguna de sus mujeres ni a ninguno de sus niños. Empezó a
quedarse a dormir en el hotel, algunas noches durmió en mi habitación. La
guerra le cambió, un hombre que iba siempre hecho un pincel, que era también
profesor de universidad, pasó a llevar la misma ropa durante cinco o seis días
y a beber muchísimo”.
Recordando a Ahmed y cómo
llegó a afectarle la situación de guerra, confiesa que “ver cómo el pánico
llega a destruir a las personas, impresiona más que ver caer tres misiles” y no
duda de que “poder contar eso es también
una función muy importante de los periodistas”.
“Durante los últimos días
sí había sensación de peligro”
Pedro Lázaro abandonó
Bagdad el 12 de abril, y asegura que, durante el tiempo que estuvo allí, no
sintió que su vida corriera peligro hasta los últimos días; “cuando se estaba descomponiendo el régimen y había
trabajadores del ministerio de Información que no iban ni siquiera a trabajar”.
Entonces, para moverse por Bagdad, los periodistas se reunían para pagar a un
chófer que les adentrara en la ciudad:
“Ahí sí que vi algunos
cinturones de defensa y me llevé algún susto, porque de repente empezaban a
golpear el coche o trataban de pararnos. A unos compañeros de RTP (Radio Televisión
Portuguesa) los tuvieron unas horas retenidos y los llegaron a agredir en una
sede del partido de Saddam. No llegaban y no sabíamos qué les estaba pasando.
Entonces sí había sensación de peligro”.
“Los medios ya no apuestan
por las grandes coberturas”
Lázaro sostiene que en
zona de conflicto, son los propios medios los que deben proteger al periodista
y lamenta que, dada la decadente capacidad financiera de muchos medios de
comunicación, se esté reduciendo la financiación de coberturas internacionales.
En este sentido habla de la parte negativa de la figura del freelance, que está
emergiendo como alternativa a la situación de crisis de la profesión:
“La del freelance es una
actitud admirable, y es verdadero periodismo, pero creo que, en parte, está
haciendo daño al periodismo español, porque los medios ya no apuestan por las
grandes coberturas. Lo que me gusta del periodismo es poder estar donde pasan
las cosas, por eso me ha gustado cubrir información internacional”. Destaca
este periodista que, reconociendo su profesión como “una pelea constante”,
nunca ha dejado de creer en ella como “la más bonita del mundo”.
Magnifica entrevista, interesante dar a conocer el trabajo de estos periodistas, me ha gustado mucho , muy bien.
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