domingo, 16 de marzo de 2014

Entrevista a Pedro Lázaro Gomara

“Ver cómo el pánico destruye a las personas impresiona más que ver caer tres misiles”

Pedro Lázaro Gomara
Fuente:https://twitter.com/plazaro67
Hace veinticinco años, Pedro Lázaro Gomara empezó a vivir de cerca lo que es el periodismo, la profesión “más bonita del mundo” que reconoce como “una pelea constante”. Madrileño de nacimiento, a punto de licenciarse en 1988 empezó a trabajar en la Ser, en Sevilla. Desde entonces ha ido sumando experiencia en radio y televisión. “En el 89 entré a Canal Sur Radio y en 2001, cuando me trasladé a la delegación de Madrid, empecé en la televisión.



Siempre ha tenido claro que se quería dedicar al periodismo, pero admite que, “como me imagino que teméis vosotros ahora, no tenía claro si haciendo periodismo podía llegar a ser reconocido profesionalmente”. Recordando sus primeros pasos, Pedro Lázaro revela que, aunque ahora la situación para los nuevos periodistas es difícil, “en ese momento, cuando yo me licencié en el 89, el periodismo se nos presentaba como una fábrica de parados”. Aún así, consiguió hacerse un hueco llegando a cubrir conflictos internacionales para Canal Sur TV. Ahora, con cuarenta y seis años, tiene a sus espaldas la cobertura de las guerras en el Líbano y Afganistán y el Premio Andalucía de Periodismo,  por la cobertura de la guerra de Irak en 2003. Esta fue su primera experiencia en cobertura de conflictos.

Lázaro llevaba dos años trabajando en Canal sur TV cuando, el 30 de enero de 2003, le dijeron que en dos días tenía que viajar a Irak. Sin apenas tiempo para pensar en lo que encontraría allí, “la única manera que tenía para prepararme era estudiar todo lo relacionado con el país, leer mucho para informarme lo máximo posible”. Pero, sobre todo, asegura que lo imprescindible, a la hora de viajar al extranjero para informar desde allí, “es ir con los ojos muy abiertos para ser una auténtica esponja. Creo que es más importante lo que aprendes en el sitio que la idea preconcebida, no creas que es demasiado bueno ir con alguna idea sobre lo que te vas a encontrar”.

El 2 de febrero llegó a Bagdad. En un primer momento, la sensación que le invadió fue la incertidumbre; “me encontré a gente que estaba en zonas de conflicto mucho tiempo, pero para mí era la primera vez y no sabía cómo iba a reaccionar”. Aun así, revela que pronto se sintió absorbido por su trabajo:

“Mi obsesión allí era la hora de satélite para poder enviar la información, y eso hacía que no tuviera tiempo para plantearme la situación o sentir miedo. Recuerdo una entrevista días antes de que empezase la guerra. Estando en casa de unos iraquíes, para ver cómo se preparaban, la señora me ofrecía té, pastelitos…y yo estaba pendiente del reloj, pensando en si me daría tiempo a montar el video”.

“Te absorbe tu trabajo y llega un momento que tienes cierta insensibilidad”

Recuerda el momento en el que “empezó todo”, cuando la madrugada del 20 de marzo, después de cuarenta y seis días en Bagdad, escuchó la alarma antiaérea que anunciaba los primeros bombardeos:

“Los que estábamos en el hotel Al Rasheed bajamos andando las escaleras hasta un búnker. Eran las 5 y media o 6 de la mañana y nosotros teníamos un matinal a las 7, por eso creo que nos volvemos insensibles. Allí no podíamos hacer nada y, aunque  no nos permitían sacar los teléfonos satélites del mismo ministerio de Información, todos los periodistas llevábamos uno por si pasaba lo que estaba pasando en ese momento, así que salimos”.

Algo que le sorprendió tanto a él como al resto de compañeros a la salida de hotel, fue ver a un ciudadano limpiando un coche, impasible ante lo que para ellos era el caos: “¡un coche aparcado en mitad de un bombardeo y el hombre quitándole con un plumero el polvo! Nos sorprendía que lo que nosotros contábamos, para ellos no era una anormalidad tan grande, era como una guerra más, una situación en la que, desgraciadamente, llevan viviendo muchos años.”.

En el momento de estallar la guerra, casi todos los periodistas habían abandonado el hotel Al Rasheed, del que se anunció que se había convertido en objetivo militar. Lázaro nos cuenta por qué allí se quedaron él, una pareja de periodistas italianos y tres miembros del equipo técnico con el que trabajaba Canal Sur:

“El ministerio de Información estaba en el mismo lado del río Tigris que el hotel Al Rasheed, y el hotel Palestina y el Sheraton, donde al final nos mudamos toda la prensa, estaban al otro lado. Decían que se iban a volar los puentes en el Tigris, pero la gente que tenía la antena, que no podía separarse de ella, no quería irse a un hotel que estaba al otro lado del río, desde donde quizás no podrían llegar a la información. Se dice que la primera víctima de una guerra es la información, la verdad que nadie quiere que se cuente, y descubrí que lo peor que puedes hacer en una guerra es estar en un hotel donde sólo hay periodistas, porque cada uno cuenta una cosa y se convierte en un foco de rumores”.

“La primera víctima de una guerra es la verdad”

Trabajando en Irak, su rutina estaba marcada por las pautas impuestas por el ministerio de Información. Lázaro explica que allí los periodistas no tenían libertad para visitar o grabar determinadas zonas:

“Todas las mañanas íbamos al ministerio de Información, donde nos recibía un guía que nos acompañaba a todos los sitios. Pero en una guerra no te puedes creer nada, te llevan a sitios donde se monta un gran decorado para que todas las televisiones del mundo grabemos eso. Nosotros íbamos al ministerio de Información, el guía se subía al coche y le decíamos ‘¿qué podemos hacer hoy?’ –‘pues hoy si queréis vamos a ver no sé qué’, y yo le decía –‘vale, pero de paso a ver si podemos parar en un mercado’, por ejemplo”.

“Todo lo que nos querían mostrar estaba prefabricado”

El contacto con los civiles iraquíes era lo único que le permitía contrastar la información o, al menos, obtener algo de lo que pudiera estar seguro. Lázaro cuenta que todo lo que las fuentes oficiales estaban dispuestas a mostrar a los periodistas “estaba prefabricado”. Recuerda una rueda de prensa en la que el ministro de Información y el vicepresidente de Irak anunciaron que “los americanos no habían entrado en Bagdad”, cuando se podían escuchar las bombas y los  periodistas “habíamos visto a los marines disparando a la guardia republicana en el otro lado del Tigris”. Lázaro está convencido de que el mejor trabajo que podían hacer era contar cómo estaba viviendo la guerra la gente de allí.
Relata que, dado que no tenían acceso a información segura sobre movimientos militares, contar cómo vivían las familias fue lo que les permitió hablar de la guerra con honestidad:

“El contar historias humanas dio mucho más sentido a nuestro trabajo que si hubiéramos contado cosas que no estábamos viendo. Tuvimos discusiones en los directos con las televisiones, que nos decían ‘tú cuenta que los americanos están ya cruzando la línea, han pasado de Basora y están a medio camino de Bagdad’. Pero no podía contar eso, porque no podía seguro y la decisión de contar sólo lo que veíamos hizo que la gente sintiese que contábamos la guerra con honestidad”.

“Acertamos al contar cómo les afectaba la guerra a los civiles iraquíes”

En la búsqueda del factor humano, Lázaro asegura haber visto claramente cómo “el pánico era un arma de guerra más”:

“La inseguridad en las calles benefició a los invasores. Caía una bomba cada cuatro segundos, eso es algo que medimos y era increíble, realmente devastador. Incluso se pudo comprobar que se bombardeaba hasta con bombas de ruido, para crear la situación de pánico y paralizar a la gente. El pánico era un arma de guerra más, eso lo vimos allí muy claramente. Se creó una situación de miedo que benefició a las tropas que estaban llegando y que determinó cómo se recibieron en Bagdad”.

“Ver cómo el pánico llega a destruir a las personas, impresiona más que ver caer tres misiles”

Pudo conocer de cerca ese camino hacia la desesperación, provocado por el miedo, a través de la experiencia de Ahmed, el guía del ministerio de Información que les acompañaba cada día. Lázaro cuenta que llegó un momento en que Ahmed empezó a mostrarse inestable y a forzar la relación con los periodistas, llegando a amenazarles con una denuncia si no le pagaban miles de dólares:

“Era árabe, tenía dos mujeres e iba siempre impecablemente vestido desde el primer día que llegamos. Pero hubo un momento en el que la guerra le llegó a desquiciar. Dejó de ir a ninguna de sus dos casas, creo que por la propia frustración de no poder garantizar la seguridad a ninguna de sus mujeres ni a ninguno de sus niños. Empezó a quedarse a dormir en el hotel, algunas noches durmió en mi habitación. La guerra le cambió, un hombre que iba siempre hecho un pincel, que era también profesor de universidad, pasó a llevar la misma ropa durante cinco o seis días y a beber muchísimo”.

Recordando a Ahmed y cómo llegó a afectarle la situación de guerra, confiesa que “ver cómo el pánico llega a destruir a las personas, impresiona más que ver caer tres misiles” y no duda de que  “poder contar eso es también una función muy importante de los periodistas”. 

“Durante los últimos días sí había sensación de peligro”

Pedro Lázaro abandonó Bagdad el 12 de abril, y asegura que, durante el tiempo que estuvo allí, no sintió que su vida corriera peligro hasta los últimos días; “cuando  se estaba descomponiendo el régimen y había trabajadores del ministerio de Información que no iban ni siquiera a trabajar”. Entonces, para moverse por Bagdad, los periodistas se reunían para pagar a un chófer que les adentrara en la ciudad:

“Ahí sí que vi algunos cinturones de defensa y me llevé algún susto, porque de repente empezaban a golpear el coche o trataban de pararnos. A unos compañeros de RTP (Radio Televisión Portuguesa) los tuvieron unas horas retenidos y los llegaron a agredir en una sede del partido de Saddam. No llegaban y no sabíamos qué les estaba pasando. Entonces sí había sensación de peligro”.

“Los medios ya no apuestan por las grandes coberturas”

Lázaro sostiene que en zona de conflicto, son los propios medios los que deben proteger al periodista y lamenta que, dada la decadente capacidad financiera de muchos medios de comunicación, se esté reduciendo la financiación de coberturas internacionales. En este sentido habla de la parte negativa de la figura del freelance, que está emergiendo como alternativa a la situación de crisis de la profesión:

“La del freelance es una actitud admirable, y es verdadero periodismo, pero creo que, en parte, está haciendo daño al periodismo español, porque los medios ya no apuestan por las grandes coberturas. Lo que me gusta del periodismo es poder estar donde pasan las cosas, por eso me ha gustado cubrir información internacional”. Destaca este periodista que, reconociendo su profesión como “una pelea constante”, nunca ha dejado de creer en ella como “la más bonita del mundo”.


1 comentario:

  1. Magnifica entrevista, interesante dar a conocer el trabajo de estos periodistas, me ha gustado mucho , muy bien.

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