lunes, 4 de marzo de 2013

Entrevista a Antonio García Maldonado

“Las cabeceras tienen aún mucho trabajo que  hacer para guiarnos en la era digital”

Antonio García Maldonado

El consumo de medios impresos no deja de caer conforme crece el número de portales en Internet y el uso de la tecnología por parte de los lectores. Leemos el periódico desde el smartphone, la tablet o el portátil y los diarios en papel están viviendo la inclinación de los anunciantes hacia la web. Por esto se habla de 'ciberperiodismo', de mantener los valores del oficio en un nuevo espacio, nuevas limitaciones y oportunidades.




El diario digital infoLibre  y la publicación impresa tintaLibre son proyectos que surgen de la iniciativa de un mismo equipo, con Jesús Maraña como director editorial. Hablamos con quien empezó siendo su editor, Antonio García Maldonado, cronista especializado y freelance que es también redactor de elpuercoespín, ha trabajado en Colombia para la revista Arcadia y es editor literario y traductor.

-Ha vivido algunos años en Argentina y en Colombia. Como periodista, ¿por qué elegió Latinoamérica?                             
-En mi caso la elección por Latinoamérica fue por razones ajenas al periodismo. No me fui allí porque considerara que era un lugar estupendo para practicar la profesión. Me fui muy joven con la que entonces era mi novia, y me encantó Bariloche, que es donde viví. Allí di clases de Estadística (mi carrera es Economía) y trabajé en una editorial española, para la que hacía gestiones en Buenos Aires. Lo que tengo muy claro es que América Latina me decantó -por sus magníficos escritores y periodistas, y por su tan compleja realidad- por el periodismo, por la narrativa de no ficción y la crónica en concreto.

“Por sus magníficos escritores y su compleja realidad, América Latina me decantó por el periodismo”

-¿Cuándo y cómo comenzó su carrera profesional?                                      
-Siempre he querido ser periodista, aunque yo entré en el mercado laboral cuando ya el periodismo vivía una crisis de identidad y de modelo de negocio muy seria, de modo que nunca lo fié todo al periodismo. He sido editor literario, traductor, librero, profesor, etc. Aunque todo de alguna manera relacionado con el periodismo. Mi carrera comenzó como crítico literario en un diario provincial de Málaga, aunque se profesionalizó en Colombia. Allí escribí regularmente en la revista Arcadia, sobre todo reportajes culturales. Y allí hice algunos trabajos de investigación para El Puercoespín, que luego me ofreció la posibilidad de tener un blog permanente. En general, he colaborado mucho con distintos medios de América Latina, todos impresos: El Malpensante (Colombia), La Prensa (Nicaragua), La Nación (Argentina), etc.

-¿Siempre ha tenido claro el tipo de información a la que se quería dedicar?              
-En cuanto a qué tipo de información he querido dar, sí. En cuanto al ámbito: Internacional. Y en cuanto al género o estilo: la crónica y el reportaje. Para mí lo ideal sería ser corresponsal en algún país extranjero. Pero ese puesto sí está en franca crisis…

-¿Contemplaba desde el principio la idea de trabajar en la web?
-Todo el que comienza a dar sus pasos en periodismo tiene una visión romántica del papel. A mí me pasaba, y en parte me ocurre aún, pero es un pensamiento erróneo. Al final te das cuenta de que lo digital te ofrece unas posibilidades inmensas, como enlazar vídeos, la inmediatez, el bajo coste y, no menos importante, la posibilidad de corregir. El papel me gusta para formatos como la crónica y el reportaje. Soy incapaz de leer géneros como ese en pantalla más de dos horas. No imagino mis domingos de prensa pegado a una pantalla, pero hoy en día nadie puede aspirar a ser periodista sin la certeza de que trabajará para un medio o una versión de ese medio en digital. Distinto es que luego, además, eso se publique impreso.

-¿Cree que los medios impresos de  calidad van a quedar reducidos al espacio digital?                                                         
-No creo, pero lo que parece claro es que habrá menos cabeceras, y que las que sobrevivan no van a seguir compitiendo con noticias del día a día con las webs, sino ofreciendo semanarios de opinión, análisis y reflexión, algo parecido a lo que hacen The New Yorker, Le Nouvel Observateur o The Economist, entre otros (como tintaLibre). De momento las versiones impresas de los grandes siguen proporcionando el 95% de los ingresos de las cabeceras y, pese a ello, las ediciones digitales se llevan mucho más de la mitad de la inversión. El modelo de negocio está aún por definirse.

-¿Qué ventajas e inconvenientes ofrece la web para hacer buen periodismo?               
-Es mucho más barato, hay más participación-interacción y es inmediato. Tiene sus riesgos, sin duda, como el exceso de datos, la falta de tiempo para un análisis reposado de la realidad o la tendencia a la distracción con tanto gadget, pantalla, video… Hay una fascinación a veces en el continente que degrada al contenido.

"Hay bazofia amparada en grandes cabeceras y buen periodismo que nace de ciudadanos anónimos"

-El “periodismo ciudadano” se considera una amenaza para la profesión periodística. ¿Lo es?
-No me gusta la etiqueta “periodismo ciudadano”. Si es periodismo, no hace falta ponerle apellidos. Igual que hay bazofia amparada en grandes cabeceras, hay buen periodismo que nace de un ciudadano anónimo. Lo que me preocupa es cómo podremos distinguir el grano de la paja en la inmensidad de la red. Por eso creo que son necesarias las cabeceras, sean digitales o impresas, para que hagan el trabajo de selección. Pasa igual en la edición de libros: no es que los libros no estuvieran allí antes de que llegara la editorial, sino que ésta los selecciona y los “ampara” de alguna forma. Las cabeceras tienen aún mucho trabajo que  hacer para guiarnos en la era digital. Lo importante es que lo haga según criterios editoriales y periodísticos, y no empresariales. Y en esto el bajo coste de las ediciones digitales las hace, en principio, más fiables.

-Algunos autores hablan de “microperiodismos” para referirse a medios digitales desvinculados de grandes grupos de comunicación.  Siendo infoLibre  una oportunidad para el periodismo riguroso e independiente, ¿lo definiría como “microperiodismo"?
-El prefijo “micro” parece que implica algo peyorativo. Yo creo que vivimos un cambio de era en general, y en el periodismo por partida doble, y mi impresión es que hay empresarias periodísticas digitales (ojalá que infoLibre) que están ahora en un papel parecido al que jugó El País en el 76, que hizo viejo a diarios como Ya, Pueblo o Informaciones. Son empresas “micro” en cuanto a su estructura empresarial y su capacidad financiera, pero las aspiraciones son “macro”, porque sitúan el contenido en la cúspide de su jerarquía.

"Lo importante es que las cabeceras nos guíen según criterios periodísticos, no empresariales"

-¿Cuántos profesionales llevan adelante infoLibre y tintaLibre?
-En infoLibre y tintaLibre hemos empezado trabajando como periodistas de plantilla 15 personas. tintaLibre la llevan dos periodistas, aunque varios más colaboramos siempre y cuando nuestro papel en infoLibre nos lo permita. Somos en realidad un mismo equipo. Y a los periodistas de plantilla se unen bastantes colaboradores ocasionales para ambos medios. Es una redacción pequeña pero con muchas conexiones, tanto en España como en Europa y América Latina.

-¿Están consiguiendo el apoyo que esperaban para hacer de ambos proyectos medios rentables?       
-De momento aún no está disponible la web y por tanto no se pueden hacer suscripciones. Si sirvieran de termómetro los seguidores de twitter y los amigos de facebook, las expectativas son altas. Veremos.

-¿Hasta qué punto se puede explotar el potencial de las redes sociales para promocionar un medio? ¿Debe haber un límite en la interacción público-periodista? 
-Creo que las redes sociales están muy bien para generar debate, captar ideas y dar a conocer tu trabajo, pero siempre a posteriori. Inevitablemente, en la labor del periodista/cronista hay una parte solitaria, de aislamiento, para conocer, interpretar y asimilar la realidad antes de ponerla negro sobre blanco. Eso no puede perderse sin un grave deterioro del contenido. Me alarma ver la creciente dificultad para leer un libro (sea impreso o en ebook), siempre distraídos por el móvil, las redes sociales, el whatsapp… Eso creo que sí debe tener un límite, que por supuesto parte del propio periodista.

En la conexión Bogotá-Málaga

-¿Cómo nace el blog conexión Bogotá-Málaga?                                    
-Hice dos reportajes de investigación para El Puercoespín, uno sobre el sistema mafioso de gestión de taxis en Bogotá y otro sobre los problemas de Cepsa en el país. Les gustó y fueron ellos los que me propusieron tener una presencia fija a través de un blog.

-Tuve la oportunidad de escuchar la experiencia de una periodista colombiana exiliada en España. Muy dura. ¿Puede allí uno adentrarse en la realidad política como periodista?                                                                                                                
-La realidad es muy dura, sí, aunque no para los periodistas extranjeros, europeos y norteamericanos sobre todo. Quizá por un tema de imagen se cuidan de amenazarlos o asesinarlos. Hace unos meses las FARC secuestraron a un periodista francés que iba junto a una patrulla del ejército, y lo soltaron a los pocos meses. Si eso ocurre con un periodista colombiano, no nos habríamos enterado y el periodista estaría muerto. Sí hubo una época, que coincide con el reinado de Pablo Escobar en el narcotráfico, en la que los periodistas, incluso los directores de periódicos, caían con frecuencia. Uno de los mayores atentados de los 90 fue contra la sede de uno de los principales diarios, El Espectador. Pero eso ha cambiado. Ahora hay una violencia más difusa, que se practica en silencio contra periodistas en provincias, contra líderes campesinos o pro derechos humanos.

-¿Cree que existe en España algún medio impreso dispuesto a dedicar su espacio a información profunda y reivindicativa sobre Colombia?                                        
-Colombia tiene espacio, no sé si suficiente, pero en general el conflicto es tratado con cierto interés. No sé si con acierto, pero ese es otro tema. Me preocupa más la visión idealizada que desde los medios se tiene de Colombia. Sin duda progresa, pero tiene unas lacras tremendas, y en algunas han retrocedido. Hay, además, demasiados intereses empresariales. Te remito a mi crónica en El Puercoespín sobre Cepsa, donde trato algunos de estos temas.

-Trabaja en varios proyectos, ¿desde dónde? ¿Es periodista a tiempo completo?      
-Ahora mismo trabajo en Madrid, en la redacción de infoLibre, y es la primera vez que tengo algo parecido a un trabajo a tiempo completo como periodista. O mejor dicho, es la primera vez que podría dedicarme sólo a una cosa. Pero siempre estoy traduciendo algo (que me interese y guste) o preparando alguna crónica o investigando para algún libro. Quizá estas primeras semanas de infoLibre sólo pueda dedicarme a la redacción, y está bien que así sea. Trabajar en varias cosas para ganar un sueldo es a veces desquiciante.

-Desde su experiencia profesional, ¿me daría algún consejo sobre cómo desarrollar y ofrecer a través de la red periodismo de investigación?                     
-Mi consejo es que te afanes por tener una cultura amplísima, que no dejes de leer y ver, que tengas una capacidad de asociación alta, y que escribas mucho para tener mucha soltura. A partir de ahí, dos consejos más concretos: intenta pasar una temporada fuera, empapándote de un país y una cultura distinta, y especialízate en algo. Has de ser una buena redactora siempre, pero tienes que ser la mejor en algo. Búscate un tema (Oriente Medio, América Latina, evasión fiscal, criminalidad, etc.) y métete de lleno en él. Intenta hacerte un referente de algo. Yo he intentado serlo en la crónica, y por eso me han llamado para infoLibre y tintaLibre. Y, por último, dedícale mucho tiempo a las relaciones sociales: ten muchos contactos y asiste a todos los actos que puedas a los que vaya gente importante en el mundo del periodismo. Aquí no se contrata por leer un CV, sino por afinidad y confianza personal. 

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