viernes, 24 de enero de 2014

'Homeschooling' en España

Quienes optan por la educación alternativa en España, tienen que esconderse

Este reportaje se publicó en El Diario Fénixdigital activo hasta abril de 2017

Los alumnos de El sonido del cielo pueden elegir pasar sus horas de
actividad libre fuera de las aulas y algunos lo han preferido
Las fórmulas de educación alternativa, conocidas como ‘homeschooling’ o ‘education otherwise’, son reconocidas y reguladas en más de treinta países. España no es uno de ellos, pero existen asociaciones que apuestan por otros modelos de educación, sobre todo infantil, y los llevan a cabo. Visitamos dos de ellas.



La escuela pública es signo de reconocimiento de la educación como derecho universal. Así, la escolarización obligatoria se aplica en defensa de la igualdad en acceso al conocimiento. Pero algunas familias se cuestionan la conveniencia de educar a sus hijos siguiendo las dinámicas del sistema estatal. En España, la Ley Orgánica de Educación establece que  la escolarización hasta los 6 años (periodo de ‘educación infantil’) es voluntaria. Pero la educación primaria ya es obligatoria. Aun así, se mantienen algunos centros privados de educación alternativa que, por voluntad de padres y madres que buscan una educación diferente para sus hijos, acogen a niños y niñas mayores de 6 años.

Suelen ser centros constituidos como asociaciones, un ejemplo es la asociación socio-educativa El sonido del cielo, en Villena (Alicante), que se puso en marcha hace cuatro años. Junto a Epi, uno de los padres fundadores, acudimos a las instalaciones del centro para conocer su funcionamiento y objetivos.  A día de hoy acuden  ocho niños y niñas de diferentes edades, pero mayores de 3 años, porque, según nos explican, no pretenden ser una guardería y “una de nuestras bases es que los niños tienen que estar con sus padres al menos hasta los tres años, porque siendo tan pequeños sus necesidades son muy diferentes”. Epi tiene una hija de casi ocho años que, según la ley, hace dos cursos que tendría que estar escolarizada. Cuando la niña tenía 3 años, la llevaron a un colegio público, “no sabíamos lo que sería mejor, pero duró un mes”. Él y su mujer decidieron desescolarizar a la pequeña porque notaron un cambio en su actitud, “empezó a hacerse ‘pis’ encima otra vez y dejó de ser tan extrovertida; ella cantaba, bailaba y comía muy bien, y dejó de hacerlo”.

“Nosotros nos hemos aislado, pero es necesario un cambio en la escuela pública”

Desde su experiencia, Epi asegura que en el colegio su hija dejó de ser ella misma, “porque le estaban metiendo miedo”. Pero, haciendo autocrítica, reconoce que la labor de “algunos profesores que están luchando por que se hagan las cosas de otra manera” tiene más valor, porque pueden llegar a cambiar la dinámica pública de educación; “nosotros nos hemos aislado y aunque sea una opción a nivel individual, es importante que se dé el cambio en la escuela  pública”. Los niños y niñas que aprenden en El sonido del cielo están atendidos por dos psicólogas especializadas en desarrollo infantil. El alumno más mayor tiene ocho años. En un principio había niños de entre 3 y 5 años, pero conforme han ido creciendo el espacio se ha adaptado a las nuevas necesidades. “Pretendemos seguir hasta que los niños y sus padres quieran”, aunque la única manera, dada la legislación al respecto, es “desgraciadamente escondiéndonos”, lamenta Epi.

La legislación en otros países europeos sí reconoce y regula el ‘homeschooling’

España se encuentra entre los países en los que la educación independiente queda oficialmente autorizada en casos particulares, por ejemplo cuando los pequeños pueden acreditar aptitudes para ser artistas; actores, cantantes, acróbatas, etc. En otros países, como Francia, Irlanda, Dinamarca, Suiza, Bélgica o Portugal, la educación en casa o impartida de forma independiente está reconocida y regulada. Los primeros países en reconocer legalmente el fenómeno denominado ‘homeschooling’ fueron EE.UU, Canadá, Australia y Reino Unido.

Por ejemplo, la legislación del Reino Unido, en su ley de educación de 1996, indica que es obligatoria la educación pero no la escolarización. También se reconoce la escolarización a tiempo parcial, pudiendo elegir qué materias se quieren aprender en la escuela. En Inglaterra, la educación alternativa se denomina ‘education otherwise’. El código de educación francés establece que la educación obligatoria, desde los 6 hasta los 16 años, puede impartirse tanto en escuelas públicas o privadas como en casa. Para ello, el requisito exigido por la ley es la presentación de un informe anual a la autoridad local correspondiente y una inspección cada dos años, con el fin de evitar que los menores sean víctimas de alguna comunidad sectaria. La normativa irlandesa reconoce la opción de la educación alternativa sometida a una evaluación, que en caso de resultar negativa obligará a la escolarización. En España, el problema viene cuando los mayores de 6 años, estando escolarizados, dejan de ir al colegio. Entonces se activa un protocolo, por el cual el responsable del centro tiene que informar a Servicios Sociales. Desde allí se encargan de supervisar si existe un abandono por parte de la familia. En esos casos, se puede cerrar el proceso si desde Servicios Sociales entienden que los niños están bien atendidos o, por lo contrario, se puede llevar a juicio.

En España, familias como la de Epi se arriesgan a ser denunciadas

En el caso de Epi no se ha dado esta intervención, porque su hija dejó de ir a la escuela siendo menor de 6 años. Pero es consciente del riesgo de ser denunciado. Este padre nos cuenta que, hasta ahora, los juicios por estos casos los solía ganar la familia, “porque evidentemente no hay abandono, todo lo contrario, pero antes iba por lo penal, porque se entendía que había un delito de abandono y ahora se ha introducido por la vía civil y los juicios han empezado a perderse”. Indignado, Epi se queja de la imposibilidad de legalizar la educación alternativa. Según datos de 2013, presentados por el Ministerio de Educación, con un 24,9% España es el país europeo con la tasa de abandono escolar temprano más alta, y en educación infantil se dan  niveles de fracaso de más de un 50%. Frente a ello, Epi cree que debemos preguntarnos por qué, “¿es culpa de los niños? o ¿hay un sistema que no está cubriendo las necesidades de la mayoría?”.

En esta escuela de Villena, dan especial importancia a  conservar la capacidad creativa, “entendemos que al entrar al colegio dejas de ser un niño que, hasta entonces, era creativo, activo, con una imaginación desbordada y que en el sistema escolar se ve obligado a estar sentado, callado y haciendo lo que le dicen que va a aprender, cuándo y cómo”. De esa forma, asegura Epi, “se rompe algo que está innato en cada niño; su creatividad y su imaginación”. Su opinión coincide con la de Mónica y María, dos maestras que decidieron dejar de impartir clase en el sistema público para crear su propia escuela infantil en Cuenca.

Dos maestras de educación infantil  fundan su propia escuela

Centro educativo La alegría de la huerta. Mónica María nos invitan a ver 
cómo los niños se interesan en colaborar sin que se les imponga. Hoy es
viernes y les toca limpiar el aula entre todos. El resto de la semana, los lunes 
y miércoles hacen pan, los martes salen de excursión y los jueves 
manualidades.
La alegría de la huerta se puso en marcha este verano, también como asociación. Maria, madre de una niña de 2 años y de un niño de 7 meses,  nos explica que su iniciativa surge por la convicción de poder mejorar la educación de los más pequeños. 
Tanto Mónica como ella han trabajado en centros públicos y, a raíz de su experiencia, empezaron a pensar en la necesidad de  otra dinámica educativa. “Veía carencias, a los niños se les coarta mucho su libertad, cuando en sus primeros años de vida lo que tienen que hacer es jugar y sentirse libres y tranquilos, sin que se le obligue a hacer nada que limite sus expectativas de aprendizaje”, nos dice María. Mónica y ella están impartiendo su primer curso de forma independiente, acogiendo a un total de 5 niños y niñas desde 1 hasta 3 años. Nos explican que, aunque de momento todos los pequeños son menores de 6 años, tienen intención de ampliar su espacio de educación y adaptarlo para edades más avanzadas; “si los padres y madres estuvieran de acuerdo, es posible que los niños sigan aprendiendo aquí”. Mónica se muestra pesimista respecto a un posible cambio en el sistema educativo, pero considera que “hay gente trabajando en el sistema  público que sí intenta introducir avances, aunque con la presión no es fácil, yo siempre he podido hacer ejercicios que ayuden a los niños a gestionar sus emociones”.

“Los niños son curiosos por naturaleza y la mejor forma de enseñarles es desde la experiencia  sensorial”

Desde su punto de vista, Mónica expone que, cuando se trata de niños tan pequeños no es bueno imponer que todo el grupo de 20 o 30 tenga que aprender al mismo tiempo, “porque seguramente no todos están preparados, los niños son curiosos por naturaleza, están deseando aprender; preguntan, experimentan, y la mejor manera de mostrarles todo es desde la experiencia sensorial”. No explica que  lo que procuran allí es “que el niño aprenda por placer, que si no está preparado para aprender algo, no se sienta obligado, lo que hacemos es motivar su curiosidad”. Destacan la autoestima del niño como factor fundamental para un desarrollo adecuado, les preguntamos cómo la fomentan: “potenciando lo que a ellos más les gusta y ayudándoles a decidir qué es lo que quieren”, explica María. Su compañera puntualiza que en la infancia es muy importante poder expresar las emociones, y que la fórmula de educación infantil en los colegios públicos provoca a menudo que el niño las contenga, “porque ese sistema de hacer todos lo mismo, al mismo tiempo, sin salirse de las normas, provoca que el niño pueda sentirse mal por verse reprimido y eso causa muchos problemas, que crecen con los años”.

   Taller de cocina en El sonido del cielo.
     Los talleres se mantienen por voluntad
     de los niños. Epi nos explica que no hay
     obligación pero sí compromiso, "si se
     apuntan no pueden dejar de ir".
Ambas coinciden con Epi en estas cuestiones, él asegura que el aprendizaje es innato y que “sólo cuando estamos motivados, cuando algo realmente nos gusta, es cuando lo aprendemos”, e insiste en que si los jóvenes no se interesan por aprender es porque “algo no estamos haciendo bien”. Poniéndonos el ejemplo del taller de cocina que realizan en la escuela donde aprende su hija, nos dice que ella y otros niños están interesados en cocinar y haciéndolo, al mismo tiempo que disfrutan, están aprendiendo. Por ejemplo, “haciendo un bizcocho tienen que medir,  para lo que necesitan saber lo que son los gramos, los litros, tienen que sumar y restar para poner las cantidades adecuadas, tiempos de cocción, etc.”
Nos preguntamos por los posibles inconvenientes de este tipo de educación, porque, aunque se cubran así las necesidades de desarrollo físico, afectivo e intelectual, al estar estos niños  acostumbrados a relacionarse con menos niños que los que acuden a las escuelas convencionales, ¿adquieren la capacidad de socializarse en un entorno plural?

El principal inconveniente “es el temor a ser denunciado”

Ante esta duda, Epi nos dice que la experiencia de las familias que él conoce con hijos ya mayores en España, demuestra que los jóvenes son capaces de adaptarse a nuevos entornos porque sí han aprendido esa capacidad. En ambas escuelas consideran que, lejos de limitarse, en un ambiente libre se estimulan las aptitudes comunicativas y la empatía de los niños, nos invitan a preguntarnos: “¿Qué es más limitante, esto o que un niño tenga que estar callado y sentado 5 horas al día?”. Según la experiencia de Epi, el principal inconveniente “es el temor a ser denunciado” y que, para obtener las titulaciones oficiales, a los jóvenes no escolarizados se les penaliza con dos años de espera. También nos habla del esfuerzo económico que requiere, pues, sin el apoyo oficial, entre las familias asociadas tienen que pagar el alquiler de las instalaciones, el material y los sueldos de las educadoras. Se trata de una opción educativa que, de preferirla para sus hijos, no todos se podrían permitir.

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