Quienes optan por la educación alternativa en España, tienen que esconderse
Este reportaje se publicó en El Diario Fénix, digital activo hasta abril de 2017
Este reportaje se publicó en El Diario Fénix, digital activo hasta abril de 2017
Los alumnos de El sonido del cielo pueden elegir pasar sus horas de
actividad libre fuera de las aulas y algunos lo han preferido |
Las fórmulas de educación alternativa, conocidas como
‘homeschooling’ o ‘education otherwise’, son reconocidas y reguladas en más de
treinta países. España no es uno de ellos, pero existen asociaciones que
apuestan por otros modelos de educación, sobre todo infantil, y los llevan a
cabo. Visitamos dos de ellas.
Suelen ser centros constituidos como asociaciones, un
ejemplo es la asociación socio-educativa El sonido del cielo, en Villena
(Alicante), que se puso en marcha hace cuatro años. Junto a Epi, uno de los
padres fundadores, acudimos a las instalaciones del centro para conocer su
funcionamiento y objetivos. A día de hoy
acuden ocho niños y niñas de diferentes
edades, pero mayores de 3 años, porque, según nos explican, no pretenden ser
una guardería y “una de nuestras bases es que los niños tienen que estar con
sus padres al menos hasta los tres años, porque siendo tan pequeños sus
necesidades son muy diferentes”. Epi tiene una hija de casi ocho años que,
según la ley, hace dos cursos que tendría que estar escolarizada. Cuando la
niña tenía 3 años, la llevaron a un colegio público, “no sabíamos lo que sería
mejor, pero duró un mes”. Él y su mujer decidieron desescolarizar a la pequeña
porque notaron un cambio en su actitud, “empezó a hacerse ‘pis’ encima otra vez
y dejó de ser tan extrovertida; ella cantaba, bailaba y comía muy bien, y dejó
de hacerlo”.
“Nosotros nos hemos aislado, pero es necesario un cambio en
la escuela pública”
Desde su experiencia, Epi asegura que en el colegio su hija
dejó de ser ella misma, “porque le estaban metiendo miedo”. Pero, haciendo
autocrítica, reconoce que la labor de “algunos profesores que están luchando
por que se hagan las cosas de otra manera” tiene más valor, porque pueden
llegar a cambiar la dinámica pública de educación; “nosotros nos hemos aislado
y aunque sea una opción a nivel individual, es importante que se dé el cambio
en la escuela pública”. Los niños y niñas que aprenden en El sonido del cielo están
atendidos por dos psicólogas especializadas en desarrollo infantil. El alumno
más mayor tiene ocho años. En un principio había niños de entre 3 y 5 años, pero
conforme han ido creciendo el espacio se ha adaptado a las nuevas necesidades.
“Pretendemos seguir hasta que los niños y sus padres quieran”, aunque la única
manera, dada la legislación al respecto, es “desgraciadamente escondiéndonos”,
lamenta Epi.
La legislación en otros países europeos sí reconoce y regula
el ‘homeschooling’
España se encuentra entre los países en los que la educación
independiente queda oficialmente autorizada en casos particulares, por ejemplo
cuando los pequeños pueden acreditar aptitudes para ser artistas; actores,
cantantes, acróbatas, etc. En otros países, como Francia, Irlanda, Dinamarca,
Suiza, Bélgica o Portugal, la educación en casa o impartida de forma
independiente está reconocida y regulada. Los primeros países en reconocer
legalmente el fenómeno denominado ‘homeschooling’ fueron EE.UU, Canadá,
Australia y Reino Unido.
Por ejemplo, la legislación del Reino Unido, en su ley de
educación de 1996, indica que es obligatoria la educación pero no la
escolarización. También se reconoce la escolarización a tiempo parcial,
pudiendo elegir qué materias se quieren aprender en la escuela. En Inglaterra, la
educación alternativa se denomina ‘education otherwise’. El código de educación
francés establece que la educación obligatoria, desde los 6 hasta los 16 años,
puede impartirse tanto en escuelas públicas o privadas como en casa. Para ello,
el requisito exigido por la ley es la presentación de un informe anual a la
autoridad local correspondiente y una inspección cada dos años, con el fin de
evitar que los menores sean víctimas de alguna comunidad sectaria. La normativa
irlandesa reconoce la opción de la educación alternativa sometida a una
evaluación, que en caso de resultar negativa obligará a la escolarización. En España, el problema viene cuando los mayores de 6 años,
estando escolarizados, dejan de ir al colegio. Entonces se activa un protocolo,
por el cual el responsable del centro tiene que informar a Servicios Sociales.
Desde allí se encargan de supervisar si existe un abandono por parte de la
familia. En esos casos, se puede cerrar el proceso si desde Servicios Sociales
entienden que los niños están bien atendidos o, por lo contrario, se puede
llevar a juicio.
En España, familias como la de Epi se arriesgan a ser
denunciadas
En el caso de Epi no se ha dado esta intervención, porque su
hija dejó de ir a la escuela siendo menor de 6 años. Pero es consciente del
riesgo de ser denunciado. Este padre nos cuenta que, hasta ahora, los juicios
por estos casos los solía ganar la familia, “porque evidentemente no hay
abandono, todo lo contrario, pero antes iba por lo penal, porque se entendía
que había un delito de abandono y ahora se ha introducido por la vía civil y
los juicios han empezado a perderse”. Indignado, Epi se queja de la
imposibilidad de legalizar la educación alternativa. Según datos de 2013,
presentados por el Ministerio de Educación, con un 24,9% España es el país europeo
con la tasa de abandono escolar temprano más alta, y en educación infantil se
dan niveles de fracaso de más de un 50%.
Frente a ello, Epi cree que debemos preguntarnos por qué, “¿es culpa de los
niños? o ¿hay un sistema que no está cubriendo las necesidades de la mayoría?”.
En esta escuela de Villena, dan especial importancia a conservar la capacidad creativa, “entendemos
que al entrar al colegio dejas de ser un niño que, hasta entonces, era
creativo, activo, con una imaginación desbordada y que en el sistema escolar se
ve obligado a estar sentado, callado y haciendo lo que le dicen que va a
aprender, cuándo y cómo”. De esa forma, asegura Epi, “se rompe algo que está
innato en cada niño; su creatividad y su imaginación”. Su opinión coincide con
la de Mónica y María, dos maestras que decidieron dejar de impartir clase en el
sistema público para crear su propia escuela infantil en Cuenca.
Dos maestras de educación infantil fundan su propia escuela
La alegría de la huerta se puso en marcha este verano,
también como asociación. Maria, madre de una niña de 2 años y de un niño de 7
meses, nos explica que su iniciativa
surge por la convicción de poder mejorar la educación de los más pequeños.
Tanto Mónica como ella han trabajado en centros públicos y, a raíz de su experiencia, empezaron a pensar en la necesidad de otra dinámica educativa. “Veía carencias, a los niños se les coarta mucho su libertad, cuando en sus primeros años de vida lo que tienen que hacer es jugar y sentirse libres y tranquilos, sin que se le obligue a hacer nada que limite sus expectativas de aprendizaje”, nos dice María. Mónica y ella están impartiendo su primer curso de forma independiente, acogiendo a un total de 5 niños y niñas desde 1 hasta 3 años. Nos explican que, aunque de momento todos los pequeños son menores de 6 años, tienen intención de ampliar su espacio de educación y adaptarlo para edades más avanzadas; “si los padres y madres estuvieran de acuerdo, es posible que los niños sigan aprendiendo aquí”. Mónica se muestra pesimista respecto a un posible cambio en el sistema educativo, pero considera que “hay gente trabajando en el sistema público que sí intenta introducir avances, aunque con la presión no es fácil, yo siempre he podido hacer ejercicios que ayuden a los niños a gestionar sus emociones”.
Tanto Mónica como ella han trabajado en centros públicos y, a raíz de su experiencia, empezaron a pensar en la necesidad de otra dinámica educativa. “Veía carencias, a los niños se les coarta mucho su libertad, cuando en sus primeros años de vida lo que tienen que hacer es jugar y sentirse libres y tranquilos, sin que se le obligue a hacer nada que limite sus expectativas de aprendizaje”, nos dice María. Mónica y ella están impartiendo su primer curso de forma independiente, acogiendo a un total de 5 niños y niñas desde 1 hasta 3 años. Nos explican que, aunque de momento todos los pequeños son menores de 6 años, tienen intención de ampliar su espacio de educación y adaptarlo para edades más avanzadas; “si los padres y madres estuvieran de acuerdo, es posible que los niños sigan aprendiendo aquí”. Mónica se muestra pesimista respecto a un posible cambio en el sistema educativo, pero considera que “hay gente trabajando en el sistema público que sí intenta introducir avances, aunque con la presión no es fácil, yo siempre he podido hacer ejercicios que ayuden a los niños a gestionar sus emociones”.
“Los niños son curiosos por naturaleza y la mejor forma de
enseñarles es desde la experiencia
sensorial”
Desde su punto de vista, Mónica expone que, cuando se trata
de niños tan pequeños no es bueno imponer que todo el grupo de 20 o 30 tenga
que aprender al mismo tiempo, “porque seguramente no todos están preparados,
los niños son curiosos por naturaleza, están deseando aprender; preguntan,
experimentan, y la mejor manera de mostrarles todo es desde la experiencia
sensorial”. No explica que lo que
procuran allí es “que el niño aprenda por placer, que si no está preparado para
aprender algo, no se sienta obligado, lo que hacemos es motivar su curiosidad”.
Destacan la autoestima del niño como factor fundamental para un desarrollo
adecuado, les preguntamos cómo la fomentan: “potenciando lo que a ellos más les
gusta y ayudándoles a decidir qué es lo que quieren”, explica María. Su compañera puntualiza que en la infancia es muy importante poder expresar las emociones, y
que la fórmula de educación infantil en los colegios públicos provoca a menudo
que el niño las contenga, “porque ese sistema de hacer todos lo mismo, al mismo
tiempo, sin salirse de las normas, provoca que el niño pueda sentirse mal por
verse reprimido y eso causa muchos problemas, que crecen con los años”.
Taller de cocina en El sonido del cielo. Los talleres se mantienen por voluntad de los niños. Epi nos explica que no hay obligación pero sí compromiso, "si se apuntan no pueden dejar de ir". |
Ambas coinciden con Epi en estas cuestiones, él asegura que
el aprendizaje es innato y que “sólo cuando estamos motivados, cuando algo
realmente nos gusta, es cuando lo aprendemos”, e insiste en que si los jóvenes
no se interesan por aprender es porque “algo no estamos haciendo bien”. Poniéndonos
el ejemplo del taller de cocina que realizan en la escuela donde aprende su
hija, nos dice que ella y otros niños están interesados en cocinar y
haciéndolo, al mismo tiempo que disfrutan, están aprendiendo. Por ejemplo,
“haciendo un bizcocho tienen que medir,
para lo que necesitan saber lo que son los gramos, los litros, tienen
que sumar y restar para poner las cantidades adecuadas, tiempos de cocción,
etc.”
Nos preguntamos por los posibles inconvenientes de este tipo
de educación, porque, aunque se cubran así las necesidades de desarrollo
físico, afectivo e intelectual, al estar estos niños acostumbrados a relacionarse con menos niños
que los que acuden a las escuelas convencionales, ¿adquieren la capacidad de
socializarse en un entorno plural?
El principal inconveniente “es el temor a ser denunciado”
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