Este artículo se publicó en El Diario Fénix, digital activo hasta abril de 2017
Ante los anuncios
–amenazas- de lo que ha acabado siendo realidad en España, tenía esperanza.
Como todos los españoles que se levantaron en contra desde el primer momento,
tenía esperanza de que los responsables de legalizar instrumentos tan bárbaros
como la nueva Ley de Seguridad Ciudadana o la Ley de Propiedad Intelectual
rectificaran. Pero no, esa mayoría absoluta se ha impuesto para darnos la
espalda en todo.
Manifestación contra la Ley de Seguridad Ciudadana Fuente: Fernando Sánchez. La Marea |
La Ley de Seguridad Ciudadana -Ley Mordaza- será aprobada por el Senado en enero, cuando ya estará lista para entrar en
vigor. Recordamos el objetivo: intentar por ley que nos sometamos a los abusos
que están agrandando las desigualdades sociales en España más que en ningún otro país europeo. The guardian publicaba el pasado 20 de
diciembre “Spain’s new security law sparks protests across country”. El diario
británico abría su noticia destacando lo que los grupos defensores de Derechos
Humanos no se cansan de repetir: La ley es un intento político de amordazar a
los ciudadanos y detener sus protestas en contra del manejo de la crisis
financiera. Señalaba además las cantidades de las “fuertes” multas que
establece la ley, y que no se han modificado desde el primer borrador de la
misma.
Aun modificada, la Ley de
Seguridad de Rajoy sigue siendo un instrumento de censura
Tras su primer borrador,
la ley ha sufrido algunos cambios, lo que no quiere decir que el Gobierno haya
escuchado a los ciudadanos, sino que el texto inicial era más inhumano que el
definitivo. Por ejemplo, un supuesto que ha sido eliminado es el de hacer
responsables a los convocantes u organizadores de manifestaciones por las
infracciones cometidas por terceros en el transcurso de las mismas. También se
ha modificado el supuesto de fotografiar o grabar a las fuerzas de seguridad
durante las protestas, que finalmente establece que existirá infracción si las
imágenes de los policías ponen en peligro su seguridad personal, familiar o el
éxito de una operación. Y ¿Quién decide si esto está o no en peligro? ¿Cuándo
entonces podrán multar a quien difunda un video de un policía agrediendo a un
ciudadano? Que, por cierto, es la única forma de demostrar abuso de autoridad
como el que se ha estado produciendo en varias de las numerosas manifestaciones
en contra de la gestión de nuestros servicios públicos. Otro ejemplo: ¿Qué
entiende el Gobierno por “grave perturbación de la seguridad” para decir que
una manifestación frente a un edificio público podrá ser penalizada como falta
grave en su caso? Porque ya sabemos que ellos están dispuestos a defender
demasiadas cosas en nombre de la “seguridad”.
El PP ignora todas las
voces que le recuerdan que su Ley de Seguridad atenta contra los Derechos
Humanos
Entre las modificaciones
de última hora encontramos también la legalización de las devoluciones en caliente de quienes intenten cruzar la frontera en Ceuta y Melilla. Desde el PP insisten en que es una práctica
legal que al ser incluida en la Ley de Seguridad Ciudadana quedará totalmente
normalizada. No obstante, el texto ha sido aprobado con todas las demás organizaciones
políticas en contra, que recuerdan que las devoluciones en caliente contradicen
tratados ratificados por España como la Carta de Derechos Fundamentales de la
Unión Europea o el Convenio de Derechos Humanos. Además, distintas ONG
defensoras de los Derechos Humanos, la ONU y hasta la Iglesia han insistido en
que el PP va a legalizar algo que es ilegal si se atiende a la Ley de
Extranjería, a los tratados internacionales y a la misma Constitución Española
en esta materia, que obliga a cumplir los tratados.
Conociendo la oposición a
la norma del 82% de los españoles -según el resultado de una encuesta de
Mestroscopia realizada para Avaaz.org-
de organizaciones como Amnistía Internacional, Jueces para la Democracia
o la Federación Europea de Periodistas, entre otras, y de todos los partidos de
la oposición, el PP aprobó su Ley de Seguridad el pasado jueves 11 de
diciembre. Para defenderla, el Gobierno ha echado mano únicamente de su
hipocresía. No les avergüenza contradecir los datos que ellos mismos arrojaron
sobre el número de manifestaciones con altercados en el último año, ni decir
con el pecho hinchado afirmaciones que hacen hervir la sangre de todo ciudadano
que las escucha, como que esta Ley persigue “garantizar la seguridad y la
libertad de los ciudadanos”, que “siempre hemos sido prudentes”, o que “el 2014 ha sido, como anunciamos, el año de
la recuperación”, palabras de Rajoy.
Otro despropósito de un
gobierno sordo: la Ley de Propiedad Intelectual
Otro recuerdo del 2014 que
nos deja el equipo de Rajoy es la aprobación de la reforma de Ley de Propiedad
Intelectual (LPI), que incluye el famoso e internacional canon AEDE (Asociación
de Editores de Diarios Españoles). Un regalo de año nuevo que entrará en vigor
el 1 de enero. En este caso el Gobierno tampoco ha querido escuchar las
recomendaciones en contra de la reforma y lo que ha conseguido, de momento, es
que Google News cierre la puerta a los medios de comunicación españoles. El
ministro de Cultura, José Ignacio Wert, dice que el objetivo es “proteger a los
medios” y que con ello no se impide a los usuarios el acceso a la información.
No, sólo se dificulta, el derecho a la información y a la libertad de
expresión, tanto de usuarios como de medios independientes.
Los grandes medios que han
provocado el cierre de Google News son ahora más pequeños
Lo cierto es que las
consecuencias de este cierre no son tan graves para los usuarios en España
comparadas con las que ya están notando los propios medios. Los grandes
editores de AEDE que lo han provocado son ahora un poco más pequeños, menos
visibles y menos influyentes. Con su avaricia no han hecho más que echar tierra
en su propio tejado. El descenso de la
influencia que en el resto del mundo tienen las noticias de medios españoles es
la peor consecuencia del cierre de Google News, pues sus publicaciones ya no
aparecen en el portal que antes les hacía llegar visitas desde cualquier parte
del globo. Google no pierde con este cierre.
En el comunicado que desde
el pasado martes 16 pueden ver todos los que intenten acceder a Google News
desde España, se explican los motivos: lo que exige el Gobierno de España con
su nueva ley “no es sostenible”, dado que la compañía no cobra por enlazar las
noticias no está dispuesta a ceder a la petición de pago en nombre de AEDE. Lo
que parece de coña es la reacción de estos editores al conocer la decisión:
pedir una intervención de las autoridades españolas y comunitarias por el
portazo de Google. Y se atreven a
hacerlo en defensa de “los derechos de los ciudadanos y las empresas”. Lo que
quieren ahora estos editores es negociar con Google “en beneficio de ambas
partes”. No sabemos en qué tipo de intervención de las autoridades estaban
pensando, pero qué importantes deben sentirse para llegar a solicitarla, claro
que el Gobierno contribuye a ello afirmando que sólo eliminarán el canon de la
LPI si ellos, AEDE, lo piden. Los “grandes” y sus alianzas…dejan bien claro el
objetivo de esta LPI: un monopolio informativo que no van a conseguir, gracias
a la red que aún no entienden.
Que teman los grandes
hipócritas su pérdida de poder
Rodeando el tema de las
protestas ciudadanas en Irlanda, Irish Times publicaba el pasado sábado 27 de
diciembre: “Review of 2014: The year the citizens broke”. El artículo señala
que este año parece haber desencadenado más protestas de lo que venía siendo
habitual, que la sociedad está muy
enfadada con el posicionamiento de los políticos a la hora de tomar decisiones
que les afectan directamente. Y se pregunta la autora: “Were we just naive?”
“¿Somos ingenuos?” ¿Por qué? ¿Por sorprendernos de las barbaridades que
políticos y empresarios se traen entre manos? No, somos humanos y lo seguiremos
siendo a pesar de que nos gobierne una panda de bárbaros. Y que teman estos
políticos hipócritas su pérdida de poder, porque les va a llegar pronto,
nuestra esperanza sigue intacta pero el cambio lo buscamos en otras caras.
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