Este artículo se publicó en El Diario Fénix, digital activo hasta abril de 2017
La versión en inglés puede leerse al final de esta misma entrada.
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Fachada de la librería de Alan, en Youghal (Co. Cork, Ireland) |
Esta fachada guarda
cientos de historias, pero hay una que me despierta especial interés y no está
escrita en ningún libro, es la que cuenta quien tutela esta librería, Alan.
Natural de Waterford, al sureste de Irlanda, Alan vivió una temporada en
España, entre 1966-67, y cuenta con gusto los recuerdos que guarda de esa
experiencia.
Por gusto, para viajar,
vivir y conocer una cultura diferente, con veinte años Alan sale de Irlanda con
España como destino, pero pasan cuatro meses hasta que lo alcanza. Viajó solo y
pasó primero por Londres, donde trabajó en un hotel durante un mes, y después
por Bordeaux, en el suroeste de Francia, donde también se instaló una temporada
para trabajar en la vendimia. Haciendo autostop llegó a España en octubre de
1966.
"En el centro de Madrid a muchas personas les faltaba una pierna, o un brazo"
Reconoce que aunque conocía la situación de los españoles, bajo la presión de la dictadura, no estaba muy al día en los asuntos políticos ni en las luchas ideológicas que vivió el país antes de ser tomado por el dictador. Al llegar se dio cuenta de los efectos reales de ese estado totalitario que tantas secuelas ha dejado. “No era consciente de hasta qué punto la sociedad estaba controlada, me di cuenta al llegar y fue impactante”. Le chocó ver a mucha gente pobre, pidiendo en las calles, y “en el centro de Madrid había muchas personas a las que les faltaba una pierna, o un brazo, eran víctimas”.
"Pude sentir la falta de libertad de expresión, la tensión, y la pobreza"
"En el centro de Madrid a muchas personas les faltaba una pierna, o un brazo"
Reconoce que aunque conocía la situación de los españoles, bajo la presión de la dictadura, no estaba muy al día en los asuntos políticos ni en las luchas ideológicas que vivió el país antes de ser tomado por el dictador. Al llegar se dio cuenta de los efectos reales de ese estado totalitario que tantas secuelas ha dejado. “No era consciente de hasta qué punto la sociedad estaba controlada, me di cuenta al llegar y fue impactante”. Le chocó ver a mucha gente pobre, pidiendo en las calles, y “en el centro de Madrid había muchas personas a las que les faltaba una pierna, o un brazo, eran víctimas”.
"Pude sentir la falta de libertad de expresión, la tensión, y la pobreza"
Víctimas de un entorno
amenazante, una violencia física y moral
que Alan contempló atónito desde el primer momento que pisó España y vio el
miedo en los ojos de los ciudadanos. No tardó en comprender que era peligroso
preguntar, allí nadie se atrevía a sacar el tema de la guerra civil y la
dictadura imperante. “Ellos no hablaban
de ello, en los 60 nadie quería hablar de política, a causa del miedo. Pude
sentir la falta de libertad de expresión y también la tensión en las calles, y
la pobreza, era estremecedor”.
Las dos primeras semanas
vivió en la casa familiar de una amiga española que había conocido en Irlanda,
después se alojó en una pensión en la céntrica calle de Toledo, donde pasó sus
primeros nueve meses en España. Empezó a trabajar en una academia como profesor
de inglés y allí conoció a otros extranjeros. Sus alumnos eran gente joven y
algún hombre que pasaba por allí por asuntos comerciales. Ni con unos ni con
otros habló sobre la situación social: “La gente no quería hablar”.
A pesar de esas primeras
impresiones moralmente ofensivas, Alan recuerda su día a día en la España de la
dictadura como algo “maravilloso, fui muy feliz allí, hice buenos amigos. La gente
era muy amable y hospitalaria conmigo”, afirma insistiendo en que a pesar del
miedo, la injusticia y los abusos, las personas trabajadoras con las que se
relacionó se esforzaban en ser felices y ofrecerle siempre una sonrisa.
"Una anécdota desagradable"
Después de esta primera experiencia
volvió a España en distintas ocasiones. La primera tres años más tarde, fue de
visita y no planeaba quedarse mucho tiempo. “¡Ah!” recuerda, “entonces viví una
anécdota desagradable”: En medio de un mercado en las calles de Madrid, estaba
Alan liando un cigarrillo cuando dos hombres se le acercaron bruscamente, se le
echaron encima para sacarle la bolsita de
tabaco del bolsillo acusándole de estar fumando droga, “no era así”. Los
hombres eran policías pero él no lo sabía, “no llevaban uniforme”, así que
forcejeó con ellos y gritó pidiendo ayuda. Os podréis imaginar lo que vino
después. Lo llevaron a un calabozo, “aterrador” como él lo define, le golpearon
y hasta llegaron a amenazarle apuntándole con una pistola a la cabeza. Lo
retuvieron preso durante dos días, “suficiente” asegura. Evoca esta experiencia
como la peor de su vida. Pudo salir gracias a que un chico inglés que estaba
con él en el momento de ser arrestado acudió a las embajadas irlandesa e
inglesa para denunciar el abuso de poder. Las autoridades franquistas lo
acusaron de golpear a los policías y cuatro meses después se celebró el juicio,
lo declararon culpable pero no hubo castigo de cárcel, pudo regresar a Irlanda.
Esto ocurrió en 1970, y
ahora prefiere recordarlo como una anécdota aislada que no le impide pensar en
España como en un país “fantástico”, por las personas buenas que encontró.
En el 75 volvió a visitar
a esas personas, “todo el mundo estaba esperando que Franco muriera”, destaca
que se notaba el nerviosismo en el ambiente pero, sobre todo, las ansias de
cambio.
"Que se les devuelva la memoria y la dignidad, se lo merecen"
"Que se les devuelva la memoria y la dignidad, se lo merecen"
Le hablo de la lucha por la justicia, por la memoria de todas las víctimas del franquismo, que todavía
hoy, casi 40 años después de la muerte del dictador, sigue vigente en España.
También él está al corriente y lamenta que desde las instituciones que pueden
devolverla no quieran hacerlo. Pero “¿qué podemos hacer nosotros?” pregunta. Podemos seguir hablando de ello. Recordando que,
según la encuesta citada en el link que enlazo arriba, la mayoría de los
españoles creen que los políticos responsables de la Transición exculparon los
crímenes franquistas, y que seguimos exigiendo que esos políticos asuman su
responsabilidad.
Con 68 años, Alan vive
tranquilo y agradecido por cuánto le gusta su trabajo en Youghal, (Co. Cork,
Ireland) donde reside desde hace 40. Desde aquí, el también tiene presente a
esa España de la dictadura y a sus víctimas, y pide que “se devuelva su memoria y su dignidad, se lo merecen”.
A look towards the
dictatorial Spain
This front keeps hundreds
of stories but there is a specific one on which I feel specially interested and
it is not written in any book. It is the story told by the owner of this
bookstore. Born in Waterford, in south-east Ireland, Alan lived in Spain for a
period of time, from 1966-67, and he is glad to relate his memories about his
experience in a country that was controlled by the Franco dictatorship.
Just for an adventure, to
travel, to live and experience a different culture, he was twenty when Alan left
Ireland and started his way to Spain, but it took him four months to arrive. He
travelled alone and went to London at first, where he worked in a hotel for a
month. Next he moved onto Bordeaux, in south-west France, and settled down
there for a period to work in the grape harvest. He hitchhiked and arrived in
Spain in October 1966.
"In the centre of Madrid there were a lot of people with no legs, or no arms"
He admits that though he knew the Spanish situation, under the pressure from the dictatorship, he was not abreast of the political issues nor the ideological fights which were happening in the country before being taken over by the dictator. When Alan arrived, he realized that the real effects of the totalitarian state left so many consequences. “I did not realized how controlled the society was until I saw it myself, and it was shocking”. It shocked him to see so many poor people, begging on the streets, and “in the centre of Madrid there were a lot of people with no legs or no arms, they were victims”.
"I could sense peoples' silence, their tensión, and the poverty"
"In the centre of Madrid there were a lot of people with no legs, or no arms"
He admits that though he knew the Spanish situation, under the pressure from the dictatorship, he was not abreast of the political issues nor the ideological fights which were happening in the country before being taken over by the dictator. When Alan arrived, he realized that the real effects of the totalitarian state left so many consequences. “I did not realized how controlled the society was until I saw it myself, and it was shocking”. It shocked him to see so many poor people, begging on the streets, and “in the centre of Madrid there were a lot of people with no legs or no arms, they were victims”.
"I could sense peoples' silence, their tensión, and the poverty"
Victims of a threatening,
physical violent environment left Alan astonished, instantly from the moment he
stepped into Spain and he saw the fear in the eyes of its citizens. He
understood immediately that it was dangerous to ask. Nobody there dared to talk
about the civil war and the ruling dictatorship. “They did not talk about it,
in the sixties nobody wanted to speak about it, because of the fear. I could
sense peoples’ silence, their tension and the poverty. It was very shocking”.
For the first two weeks he
lived in a friends’ family house, a Spanish girl he had met in Ireland, then he
stayed in a guesthouse centrally located on Toledo Street, where he spent the
first nine months in Madrid. He started working as English teacher at a
training academy where he met other foreigners. His students are young people
and some business men. He did not talk about the social situation with anyone,
“people did not want to talk”.
In spite of those
offensive first feelings, Alan remembers his everyday life in that dictatorial
Spain as something “wonderful, I was very happy there, I made some very good
friends. People were very kind and generous”, declared Alan, insisting that
despite the fear, the injustice and the abuses, workers whom he came into
contact with made an effort to be happy and always offered their kindness.
"A bad period"
"A bad period"
After his first experience,
he visited Spain on several occasions. The first was three years later, and
Alan had not planned to stay for a long time. “Ah!” he recalls, “then I lived
through a bad period”: Alan was rolling a cigarette in a market on the streets
of Madrid when two men approached him and threateningly they placed their hands into his pocket to
take out the tobacco bag, they accused Alan of smoking drugs “and it was not”.
Those men were policemen but he did not know, “they wore no uniform”. So he
wrestled with them and shouted for help. You can imagine what happened then. He
was taken to an underground jail, “very, very scary”, as he defines it. The
policemen struck him and even threatened him by putting a gun to his head. They
kept him in jail for two days, “it was enough”, he claims. Alan remembers this
experience as the worst moment in his life. He left the jail thanks to an
English guy who was with him at the time of being arrested. He went to both
Irish and English embassies to report the abuse. Francos’ authorities accussed
Alan of hitting the policemen and four months later there was a trial, where he
was found guilty but got a suspended sentence. Subsequently, Alan was able to
return to Ireland.
This was in 1970, nowadays
he prefers to remember it as an isolated incident which has not changed his
opinion of Spain which he says is a “fantastic” country, because of the good
people he met there.
In 1975 he revisited some
of the people he met, “everyone was waiting for Franco to die”, he noticed the
tense climate but mostly the yearning for change.
“Get back their memory and their dignity, they deserve it”
I spoke to him about the struggle for justice, for the memories of those victims, who suffered during
Francos’ dictatorship, which even today, just 40 years after his death, is
still strong in Spain. Alan is aware and he is sorry that the powers that be,
do not do more to honour the memory. Well, “what can we do?” he asks. We can go
on talking about it. Reminding people that, according to the survey cited on
the upper link, the great majority of Spaniards believe that the responsible
politicians at the transition to democracy exculpate the Franco crimes, and we
need those politicians take on their responsibility.
Alan is now 68 and lives
quietly and gratefully because he loves his job in Youghal (Co. Cork, Ireland)
where he has been living for 40 years. From here, he as well takes into account
the dictatorial Spain and its victims, and he request “get back their memory
and their dignity, they deserve it”.
Muy bueno, ¿por qué no lo envías a algún periódico o revista para que lo publique?
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